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Del pasado industrial al futuro

21 de Marzo del 2025 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

Hace cincuenta años Uninsa y Ensidesa se habían unido, la "Y" era una realidad que unía ciudades, y Asturias industrialmente parecía tenerlo todo enfocado... Pero diez años después era como si se hubiese echado a dormir. Pensé que con la entrada en la UE cogeríamos la ola, pero solo cogimos subvenciones sin objetivo productivo alguno. En la época en que Adam Schaff y el Club de Roma divulgaban el informe "Microelectrónica y sociedad, para bien o para mal", aquí, usando fondos de formación europeos, nos sembramos de escuelas taller apostando por resucitar viejos oficios para picar piedra, olvidándonos de la revolución de los robots con sus nuevas ocupaciones y aplicaciones industriales.

Hace cinco años supe del proyecto "Hybrit" sueco (totalmente automatizado) y escribí: "Siderurgia de hidrógeno" (31 de agosto de 2020). No sé por qué pensé que el DRI debería estar junto a las minas y las fuentes de energía renovable, como en Almería con minas de hierro y central termosolar. Y Asturias tendría que luchar en firme por dos acerías de horno eléctrico en cada cabecera. Pero lo que realmente hay que conseguir es electricidad libre de huella de carbono; y si hubiese que conseguir hidrógeno verde, las electrolizadoras deberían tener el gaseoducto más corto posible hasta el DRI, situándose en algún lugar cercano a la regasificadora de El Musel. Para conseguir esa electricidad habría que contar con todo, yendo a por todo: parques eólicos terrestres y marinos, energía de los ríos, de las olas y las mareas, y, por supuesto, tener pilas para paliar la intermitencia eléctrica: ¿armonizará con todo esto el Paraíso Natural? La esponja de hierro y la chatarra también podrían venir de fuera para alimentar las acerías, pero la electricidad sin huella de carbono no debería ser foránea.

El plan de las dos acerías parece en marcha, y El Musel se prepara para recibir chatarra y esponja de hierro. Pero si vamos a tener industria de defensa que maneja gruesas chapas de enormes masas con sus aceleraciones, vamos a tener que utilizar tecnología robótica oleohidráulica: no solo para producir, sino porque es la que usa la maquinaria bélica: cañones autopropulsados, carros de combate, etcétera. Hace cincuenta años la Fábrica de Armas de Oviedo estaba preparada para comenzar a fabricar componentes oleohidráulicos, y la de Trubia podría haber pasado de lo obsoleto a ser puntera construyendo maquinaria pesada móvil sobre orugas. Pero nadie lo vio. Así que, cuando en el futuro los afanes bélicos se calmen, la pregunta es: ¿sabremos construir en Asturias componentes y robots oleohidráulicos para la maquinaria de construcción, agricultura y pesca? Creo que «la nueva geopolítica nos lleva a ser autosuficientes», y debemos serlo tanto en energías renovables como en componentes y equipos industriales.

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