La Nueva España » Cartas de los lectores » Respuesta conjunta a dos réplicas proisraelíes

Respuesta conjunta a dos réplicas proisraelíes

31 de Marzo del 2025 - Francisco Erice (Oviedo)

El pasado 26 de febrero publiqué en este diario el artículo “Sin Israel no habría guerra”, que ya ha recibido al menos dos réplicas: una de Nataniel Castaño (el 27 de febrero) y otra de la propia Jimena García (21 de marzo), a la que pretendía impugnar en mi texto. Había pensado no contestar, un poco por hastío y otro poco porque los lectores acaban perdiendo el hilo en polémicas demasiado largas y sobre un tema en el que la lista cotidiana de las nuevas atrocidades genera una mezcla de cansancio e impotencia.

Ahora -espero que por última vez- he cambiado de opinión, no tanto por haber recibido la inmerecida atención de dos hábiles portavoces de la hasbara sionista como por coincidir esta segunda ofensiva retórica con la ruptura unilateral de la tregua por Israel y la nueva oleada de sangre que vuelve a anegar las ruinas de Gaza. Acabo de ver las imágenes de la destrucción del último hospital gazatí que trataba a pacientes cancerosos y de leer el comunicado de Amnistía Internacional sobre el “vergonzoso” (sic) intento de la Unión Europea de justificar el genocidio de la población palestina. Y he pensado que, a veces, mirar para otro lado simplemente nos deshumaniza.

De los epítetos que se me adjudican (falaz, tergiversador, sesgado, generador de odio, enemigo de la libertad ajena, acrítico lector de panfletos y un largo etcétera) prefiero ni tratar, para no entablar un diálogo de sordos. Sí quiero enfatizar que, de todas las réplicas incluidas en los dos escritos, ninguna que se contradiga con lo que el mío afirmaba está mínimamente justificada, salvo un sorprendente error que se me deslizó sobre un escrito anterior de Pedro Arcos y que confundía (¡efecto de las prisas!) Gaza con Cisjordania.

Es curioso que ambos se indignen por referirme a la “pomposamente autodenominada” Coordinadora Estatal de Lucha contra el Antisemitismo. Lo explico sin problemas: el mencionado comité no es sino un instrumento de propaganda que mezcla maliciosamente el rechazo a la política criminal de Israel con el odio a los judíos. Porque el mencionado antisemitismo, por suerte, apenas existe en nuestras sociedades o es absolutamente marginal. Yo he estado en decenas de actos pro-palestinos y en ninguno de ellos (¡ninguno!) he visto atisbos de antisemitismo; sí, obviamente, un repudio radical a Israel, cuya política no es solo la vergüenza del mundo civilizado, sino también de muchos cientos de miles de judíos decentes y maravillosos de todo el mundo. La trampa de la supuesta sinonimia sionismo-semitismo y el victimismo manipulador, afortunadamente, cada vez cuelan menos, y le auguro poco éxito al citado comité. Entre otras cosas, porque la furia homicida del nacionalismo sionista es tan difícil de encubrir como la del escorpión de la fábula: va en su naturaleza.

Señor Castaño: la cifra de los 700.000 colonos en Cisjordania no es exagerada, y en todo caso del primero al último violan gravemente la legalidad internacional, como constatan numerosas resoluciones de la ONU que, como siempre, Israel desprecia desde su olímpica y autoatribuida posición de Estado-representante-de-un-pueblo-elegido. Los palestinos de Cisjordania viven en un régimen de apartheid (los informes de AI o de los organismos internacionales lo certifican). Que el sionismo nace como un movimiento colonial europeo no lo niegan ni los historiadores simpatizantes del mismo ni ninguno de sus dirigentes, de Herlz a Weizmann, de Jabotinski a Ben Gurión. Que Israel expulsó en 1948 (ya había comenzado antes de mayo y de la declaración de independencia) a unos 800.000 palestinos y que además les robó su tierra y luego no aceptó la resolución de la ONU que declaraba su derecho al retorno es verdad indiscutible. Que Hamás nace en 1987-88, en plena Intifada, es un hecho objetivo, y por tanto no se le pueden atribuir los conflictos anteriores. Que diariamente colonos agresivos, protegidos o amparados por el ejército, atacan y hasta asesinan a palestinos, o que llevan décadas expulsándolos de sus tierras (el reciente documental que obtuvo el "Oscar" lo ilustra a la perfección) solo pueden negarlo los fanáticos o los ciegos. Que la población árabe de nacionalidad israelí goza de los mismos derechos que el resto no fue cierto hasta 1967, solo lo es parcialmente desde entonces y cada vez lo será menos, ante el acoso impune del Estado israelí y del ultranacionalismo religioso. Por supuesto, el resto de los palestinos bajo dominio israelí no tiene ningún derecho: ni el de la mínima libertad de circulación (entre controles opresivos y el Muro de la Vergüenza), ni siquiera el de la defensa jurídica en la mayor parte de los casos o la seguridad física en las cárceles de Israel. De que algunos israelíes practican el tanatoturismo y aplauden desde colinas cercanas o en las redes sociales las explosiones letales o los asesinatos de su ejército existen ejemplos múltiples. ¿Y acaso no los hay de la voluntad de limpieza étnica -crimen contra la humanidad donde los haya- en Gaza por parte de Netanyahu, apoyando los delirios de Trump?

Señora García Herrero: si tuviera espacio, créame que refutaría muchas de sus sesudas observaciones históricas. Desde luego nadie niega que la identidad colectiva palestina se haya consolidado recientemente, como la israelí lo hizo con la llegada del sionismo. ¿O acaso quiere vendernos la patraña -que ningún estudioso serio puede avalar- de pueblos de raíces milenarias con derecho a patrias históricas? Léase los libros del historiador israelí Shlomo Sand y lo comprobará. No existen pueblos con derechos eternos sobre ningún territorio: ni los judíos sobre la mítica Eretz Israel, ni tampoco los árabes sobre Al-Andalus. Si invoca -esta vez con razón- las nefandas relaciones del muftí de Jerusalén con los nazis, no olvide mencionar las del sionismo derechista (Jabotinski y otros) con los fascismos de entreguerras, los lazos casi simbióticos de Israel con la Sudáfrica racista y ahora con la extrema derecha que, aunque admire su militarismo autoritario, es depositaria de la memoria de los movimientos en que germinó el antisemitismo.

Mis dos interlocutores no responden a ninguna de mis observaciones más incómodas, pero eso forma parte del juego de los debates. Lo que sí me extraña es que ninguno de los dos muestre piedad por la carnicería incesante de civiles indefensos, aunque sí hablen de un deseo genérico de paz que jamás albergó el Estado de Israel -tampoco en sus orígenes, pese a que ese es otro mito-, ni el sionismo (el de derechas y el denominado de izquierdas), más allá de fingir aceptar soluciones provisionales -como la de la partición- por razones tácticas, pero sin renunciar nunca al mito histórico del Gran Israel. Si desean la paz, defiendan lo que hoy anhelan las gentes de buena voluntad: un solo Estado democrático, de ciudadanía y no étnico-religioso y excluyente, con igualdad de derechos de árabes, judíos y todos los que vivan dentro de sus fronteras, para que quienes nacieron o crearon lazos afectivos con esa tierra puedan convivir en paz entre el río y el mar.

Francisco Erice, profesor de Historia Contemporánea y miembro de UnioviporPalestina

Cartas

Número de cartas: 48960

Número de cartas en Diciembre: 83

Tribunas

Número de tribunas: 2174

Número de tribunas en Diciembre: 2

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador