San José Luis político y mártir
Se cuenta que el milagro para tu beatificación fue el saber que estabas a punto de caer desde el rascacielos del poder (Sánchez te había repudiado, el partido te ignoraba y aún no habías tenido tiempo para enriquecerte), y así todo, en un heroico acto de fe, aún tuviste arrestos para reafirmarte en plena caída, mientras decías: "De momento todo va bien", y... ¡Booom, contra el suelo encabronado!
En este punto te pido perdón por mi manía persistente de sacarle parecido a todo hijo de vecino, y llegar por ello a compararte con Tuco, el malo de la película "El bueno, el feo y el malo"; con el Algarrobo de Curro Jiménez, y hasta con un ventero medieval con corbata..., pero la máxima similitud y coincidencia la he encontrado en el general romano Julio César, quien de regreso a Roma, tras la guerra de las Galias, era vitoreado por sus soldados con los cantos de "¡Romanos, vigilad a vuestras mujeres, que llega el divino calvo!". Tal cual.
También Julio César era amante de cientos de mujeres, como tú; relacionado con Cleopatra, como tú (con Jessica); conquistador, como tú, y tres esposas, como tú.
Pero a ver, ¿cómo defenderte de tentaciones tan refinadas del ocioso Lucifer? No es plan que te disculpes por sentirte agotado, aburrido y saturado. ¿Acaso un galgo como tú quiere dormir en una manta todo el día y pasear cinco minutos meando farolas? No, lo que quiere el estilizado galgo es correr detrás de una liebre hasta que le salga el corazón por la boca.
Pero lo que es la vida, José Luis, has cumplido los 65 y parece que te has contagiado de la fiebre de Hulk y estás más cerca de ser un viejo "verde", con problemas evidentes para marcar abdominales.
Dios, qué pena. Ya me caíste bien, conste, cuando representaste al PSOE como gran azote de la corrupción en aquella moción de censura contra Rajoy, apoyada por los recogenueces. Era imposible que escogieran a un tipo más limpio en el PSOE.
Más tarde, nos vendiste aquellas ocho creativas versiones, todas distintas, sobre la llegada de Delcy a Barajas y, ¡manda huevos!, creí que todas eran verdad.
Confieso haber permitido que una lágrima indiscreta descendiera por mi mejilla cuando declaraste aquello de: "Siento que me enfrento a todo. Vengo solo en mi coche, no tengo secretaria, no tengo a nadie detrás ni al lado". ¡Dios, qué angustioso, José Luis!
Hasta hubiera tragado que le dijeras al juez que apenas tienes una casa y un bajo en Valencia, pero oye, que salga ahora la UCO diciendo que eres dueño de un chalé en Colombia, inmuebles en Perú y otros seis en España... ¡Mecagoentó, José Luis!
¡Lo que yo he llorado cuando tú, Koldo y Cerdán (clase obrera donde las haya) recorríais la España vacía en el Peugeot del "puto amo", predicando en el desierto para ciegos y estultos, incapaces de captar el sinuoso camino de tu manual de apropiación indebida para hacerte millonario en un plis-plas!
Pero mira, hasta te paso lo del presunto desvío de fondos públicos a tu fundación, que, en un alarde de humor negro, bautizaste como Fiadelso (deduzco que es una contracción de "¡fíate de eso!"),
Llegados a este punto, me duele en el alma decírtelo, José Luis, pero pienso que en un mundo civilizado que respete la dignidad humana, deberías de ser arrestado y condenado a trabajos forzados en el Centro de Detención de la Bahía de Guantánamo.
Creo que definitivamente los políticos en general habéis perdido el rumbo, o bien el rumbo os ha perdido a vosotros. Es difícil saberlo.
Incluso se podría argumentar, en vuestra defensa, que ya no sois políticos de verdad, sino simples y descarados aficionados a la sisa vecinal y al trinque productivo carente de riesgos.
Quede patente, José Luis, que te admiro por tu jeta estratosférica..., y después de la lista inconclusa de "sugargirls" como Jéssica, Andrea o Claudia, hasta te envidio. ¡Mecachis!
Saludos cordiales.
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