Siguiente testigo... la inviolabilidad
El fantasma de la inviolabilidad de la que "disfrutó" el rey emérito resurge ahora de entre las tinieblas del pasado como engorroso problema para la Justicia pues cualquier sentencia al señor Revilla será injusta sí o sí; si inocente porque la justicia consentirá difamar a un inocente y si culpable porque declarará inocente a quien nunca juzgó. Deberá pues la Justicia recabar todas las pruebas a su alcance antes de resolver entre las que se encuentra la de que el señor Revilla pueda defenderse demostrando lo que dice, la culpabilidad de don Juan Carlos con todos los medios legales a su alcance, con lo cual, si el señor Revilla fuese condenado sin permitírsele hacer uso de este requisito, habría sido la inviolabilidad de un rey y no la Justicia de una nación quien dictara la sentencia. Un ciudadano que no ha sido sometido al veredicto de la Justicia, encargada de impartir justicia, está condenado a convivir con el veredicto de la justicia popular, encargada de repartir leña.
-Llamen a declarar al siguiente testigo, la inviolabilidad.
-No se encuentra en la sala, señoría...
-¡Caso cerrado... culpable, señor Revilla!
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