Un gusano en presencia de Dios
Decía Ortega y Gasset que "cada español sale a la calle buscando a alguien que le escuche". Eso es lo que hago hoy en este foro, con su permiso.
Seguramente que usted recuerda cómo, cuando éramos niños, solíamos tener fijación con lo que íbamos a ser de mayores, futbolista, maestra, bombero, enfermera, policía...
Yo me hubiera conformado con ser simpático, de verdad, si hay algo que envidio profundamente es a una persona simpática. Así es. Me hubiera encantado.
Porque si además de guapo uno es simpático, tiene al mundo de su parte; si es feo pero simpático, pues oye, sobrevive; ahora, si es feo como un besugo y antipático..., ahí me tiene a mí.
Y eso genera rencor, ya lo creo, por parte y parte.
Me lo decían en casa, conste: "Tienes que ser más simpático porque con esa cara, la guapura no te va a ayudar...", traducción del "qué feín eres, hijo" que me decía mi madre. ¡Qué tiempos nos han tocado vivir!
Lo peor lo sufrimos colectivamente con la estafa pandémica y, aparte los daños físicos a muchos, me mortifica especialmente pensar que detrás del covid estuvieran los tiranos de la cábala, malditos bastardos, contando el botín de millones de euros, mientras nos convencían de que debíamos permanecer en casa todo el día e irnos a la cama todas las noches con la mascarilla de algodón triple capa, una bufanda, un protector facial y un casco de seguridad, todo cubierto con una toalla.
Bueno, el pasado ya pasó y el futuro aún no ha llegado. La armonía interior es clave para mi salud mental, así que he adoptado la mentalidad de mantener la calma, esperar y ver.
No reaccionar a cada nuevo estímulo (auténtica locura mental) me ayuda a ver el panorama general con racionalidad y a mantener la cordura.
Metido de lleno en esta tercera fase y después de meditarlo, razonarlo y discutirlo mucho, llego a la conclusión de que, en una situación como la mía, cumplir los 75 años sin complicaciones extremas implica no tener que preocuparme de los problemas de salud latentes o por llegar (no van a depender de mí, sino de la biología), "olvidarme" de médicos y medicinas, en definitiva, dejarme ir, aunque no debería dejarme ir del todo, cierto.
Interiorizo, como millones de españoles mayores viviendo solos en un mundo hiperconectado, que quizás vaya a estar bien diez años más, en el mejor de los casos, y luego me internen en un asilo deshumanizado y tercermundista, donde van a alimentarme con medicamentos para mantenerme con vida mientras tenga "valor" en mi familia.
En cualquier momento, ese "cáncer" latente que todos debemos de tener se activa y me pasan a cuidados paliativos. Finalmente, me gasto los diez mil euros que me quedan en pagar mi funeral. Punto.
Convencido de que no es el final, no le tengo miedo a la muerte, le tengo miedo a morir. La muerte no es nada, comparada con el sufrimiento. Sufrir sí me acojona.
No "tengo" alma. Yo soy un alma que viaja dentro de un cuerpo humano. Un día partiré de ese cuerpo y ese cuerpo dejará de respirar, de moverse, etcétera, y empezará a descomponerse. Yo, el alma, continuaré y seguiré adelante.
No puedo explicárselo a nadie personalmente porque no puedo expresar con palabras cómo lo aprendí y que esas palabras tengan significado o credibilidad. Además, yo mismo no lo comprendo realmente.
Lo mejor de todo es que íntimamente tengo motivos suficientes para entender lo que escribo y que usted quizás no puede entender... todavía.
Creo que fue Abraham Lincoln quien dijo: "Sé que hay un Dios y veo que se avecina una tormenta. Si él tiene un lugar para mí, creo que estoy listo".
Doy gracias al Creador porque, como escribió Pablo Neruda, "confieso que he vivido".
Saludos cordiales.
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