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Minas antipersona

6 de Abril del 2025 - Mercedes Rodríguez de Castro Peláez (Corvera)

He leído con sorpresa que algunos países de la unión europea, junto con Finlandia, abandonarán el tratado de minas antipersona, volviendo a utilizarlas en un próximo futuro.

Ese tipo de minas no son armamento de combate, sino un método disuasorio en tiempos de guerra que continuará funcionando en tiempos de paz. Esas minas, por razones obvias, no están identificadas en el terreno, por lo que seguirán activas cuando esa contienda acabe, y todos sabemos la cantidad de personas muertas o sin parte de su cuerpo en lugares como Vietnam, Laos, Camboya y en otros no tan conocidos pero cuyos habitantes sufrieron y siguen haciéndolo hoy en día, muchos años después.

En este estado de terror que está viviendo Europa, alimentado convenientemente por Rusia, EE UU, Bruselas, junto con Inglaterra, sin olvidar a la OTAN, los despropósitos en la toma de decisiones de los diferentes países, sobre todo del este de Europa, serán perjudiciales para sus políticas nacionales, y que tendrán que explicar a sus ciudadanos, más allá de mostrar un ridículo kit que no servirá para nada si al final este grupo humano que gobierna nos lleva en un viaje sin retorno para la mayoría de nosotros.

Decir que Rusia terminará invadiendo Europa no solo es ridículo, sino que por mucho que quisiera hacerlo, le sería imposible.

Putin puede que sea un autócrata, pero no es un estúpido, él sabe que es el presidente de Rusia, no el secretario del politburó de la Unión Soviética, que, aunque a primera vista pueda parecer lo mismo, no lo es, y él lo sabe perfectamente. Mas allá de Bielorrusia no parece tener más apoyos de los antiguos países que configuraron esa unión durante más de 70 años, y todos ellos guardan un estruendoso silencio en todo este movimiento.

El error de estrategia con la invasión de Ucrania, y lo que a primera vista era un "paseo", se convirtió en una pesadilla de la que ahora se ve imposibilitado de salir sin perder su poder internacional y, lo que es peor para él, que sería dejar de ser el todopoderoso presidente de Rusia.

El final de todo esto será un armisticio, porque a estas alturas ninguna de las partes en liza reconocerá que perdieron una guerra que nunca debió empezar. Habrá unos kilómetros de territorio liberado entre las dos partes de Europa, probablemente vigilado por la ONU, militares rusos y un conjunto de militares de diferentes países no de la OTAN.

Tarde o temprano todo esto tendrá un final y los europeos se tendrán que sentar con Rusia en una mesa a dialogar sobre las relaciones entre ambos y lo más conveniente para los ciudadanos de ambas partes. Una guerra fría entre ambos no beneficiará a nadie y alargará una contienda que comenzó hace más de un siglo y por la que aún supura Europa en su totalidad.

¿Qué les dirán esos gobernantes a sus ciudadanos cuando un paseante, agricultor, ganadero o turista salte por los aires por una mina antipersona que ya no recordaban ni dónde estaba? ¿Les hablarán de eso tan manido como la defensa de la patria?

Nada apagará la ira de unos pueblos usados y utilizados como peones en un tablero de ajedrez.

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