La guerra que vendrá
Canción de «Agua viva» de 1971 con música de M. Díaz. Adaptación de un poema homónimo de «Catón de guerra alemán», de Bertolt Brecht. Pero también es un postulado histórico. Por más que Sun Tzu afirme que «el fin de las guerras es el restablecimiento de una paz duradera», o que Albert Einstein dijese: «No sé con qué armas se peleará la tercera guerra mundial, pero la cuarta será con palos y piedras», es indudable que se puede postular que la guerra que vendrá, vendrá y no será la primera. Hubo otras guerras, y en todas ellas Europa siempre estuvo en la encrucijada (al final de la penúltima quizá haya una paz duradera). La UE, si no entró en guerra en Yugoslavia, ni lo hace ahora en Ucrania, solo será capaz de aconsejar kits de supervivencia individual para sus ciudadanos. No se enfrentará a nada ni a nadie. Ni siquiera a los tumultos populistas que elevarán democráticamente a títeres para que gobiernen sus países, países que serán entregados a sus titiriteros: los del norte y el oeste a las versiones marxistas, los del sur a las versiones sunitas, y los del este a las chiítas. Los ciudadanos sorprendidos, o no, verán cómo en el norte de África (tras haber fracasado allí los chiítas con sus versiones de la Guardia Revolucionaria Islámica) se formarán alianzas entre Marruecos y Arabia Saudita junto con otros países (con el apoyo encriptado de Israel). Un Israel que se enfrenta, como represalia por actos terroríficos, a las versiones chiítas y terroristas de forma alevosa en la actualidad. De Rusia se debería temer su quinta columna propalando "fake news". Pero sobre todo España debería temer ser usada como tierra de nadie frente a lo que llegue del sur (como Ucrania lo es de lo que viene del este). Los Pirineos serán la última frontera a Rusia; pues desde Ucrania, Polonia y toda la costa báltica y atlántica existe una amplia llanura que se extiende hasta los mismos Pirineos. Un ejército ruso podría desplegarse por sorpresa camuflado, para ocupar Bruselas, Luxemburgo y Estrasburgo.
Tras el brutal ataque trumpista al mundo, algún responsable de EE UU debería exclamar como Yamamoto: «Me temo que hemos despertado a un gigante dormido que debe de estar lleno de venganza». Una UE de 27 países va a propiciar muestras de debilidad que envalentonarán a Rusia. El oso ruso salió de la hibernación y su corazón está lleno de ambición: «Estoy convencido de que no hay nada que admiren más que la fortaleza, y que no hay nada por lo que sientan menos respeto que la debilidad, especialmente la debilidad militar» (W. Churchill). La historia de Rusia en el último siglo ha sido mantener unida la Unión Soviética o recuperar el viejo Imperio ruso manu militari: Otoño húngaro 1956, Primavera de Praga 1968, Gdansk 1980, Otoño de las Naciones 1989, Ucrania (estamos en ello desde 2014).
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