Señalados como apestados e insolidarios
Se acerca el quinto aniversario de los confinamientos por el covid y, a pesar de las evidencias, no ha habido un verdadero reconocimiento -o disculpa- de que todo fue una cagada masiva que causó un daño masivo. Cinco años, pocas o ninguna disculpa, y ninguna pena de cárcel por crímenes de lesa humanidad.
El Dr. Jay Bhattacharya, uno de los autores de la Declaración de Great Barrington en octubre de 2020, abogó por principios básicos de planificación prepandémica: no paralizar el mundo; proteger a los vulnerables y permitir que todos los demás vivan sus vidas; no paralizar la economía, ya que esto provocará una inflación aplastante y hambruna en países en desarrollo, conducirá al abuso infantil, al matrimonio infantil y a la destrucción de los más vulnerables. Correcto en todos los sentidos... si no fuera porque los "intereses" eran otros.
Aunque muchos vimos que lo que estaba sucediendo en tiempo real fue un espectáculo de mierda politizado, totalitario y de presunción de virtudes, por el que estamos pagando todos, y pagaremos durante generaciones, aun así, nos vemos obligados a seguir nuestro propio camino, todavía marginados de la corriente principal, a pesar de haber actuado con la razón por delante.
El colmo es que todavía hoy, ¡por Dios!, se sigan administrando estas vacunas y un número considerable de personas sanas sigan usando mascarillas y haciéndose pruebas de covid.
Nos han llamado racistas, tarados, misóginos, nazis, asesinos de abuelas, transfóbicos, intolerantes, fascistas y, en general, nos han dejado de lado como imbéciles de primera, indignos de empleo o de pertenencia a una sociedad educada.
Personalmente, sentí que la gran mayoría de quienes había considerado "mi gente" durante décadas habrían sido soplones de la Stasi y habrían señalado directamente el escondite de Ana Frank y su familia en Ámsterdam durante la Segunda Guerra Mundial.
Está a punto de publicarse el libro "The case against Anthony Fauci" (El caso contra A. Fauci), como si el covid fuera un problema de una sola persona. Que Fauci esté sin trabajo hoy no resuelve lo que salió mal, pero sí es verdad que un poco de introspección sobre lo equivocados que estaban sería bueno y contribuiría en gran medida a que otros hicieran lo mismo, pero lo dudo.
No me imagino al Mejide, Jiménez Losantos, Antonio Resines, Coronado, Víctor Manuel, José Sacristán, Pablo Iglesias, Alberto Feijóo, Revilla, Pedro J., Buenafuente, Dani Mateo, Susanna Griso y una larguísima lista de personajes influyentes, incluido el Papa, inclinando la cabeza y reconociendo su dogmático y racista posicionamiento.
¿Tendríamos que perdonar a estos colaboradores necesarios en la extensión del mal, psicópatas, cobardes patéticos, conformistas agresivos que presumen de virtud? Pienso que no, independientemente de que, según el libro, Fauci sea el culpable, y como Fauci ya no está, parece sugerir que estamos a salvo.
Una amnistía podría ser una buena idea, pero solo si se combina con algo como la comisión de verdad y reconciliación, de Desmond Tutu. Espero que en nuestro corazón encontremos la manera de perdonar, pero la contrapartida necesaria del perdón es la confesión.
Sin confesión, el perdón es solo un encubrimiento. Ánimo Mejide, Losantos, Resines, Griso, Víctor Manuel...
Saludos cordiales.
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