La atención geriátrica: más allá de un número
Queridos lectores,
Me dirijo a ustedes para abordar un asunto que cada día parece estar más "normalizado" en nuestra sociedad: el trato recibido por nuestros mayores en sus últimos años de vida.
Los pacientes geriátricos, nuestros abuelos y abuelas... aquellos que durante toda su vida han contribuido a estar donde estamos, parecen volverse invisibles para los servicios de salud y los actores sanitarios.
Son múltiples las ocasiones donde vemos a nuestros mayores reducidos a un mero número, un triaje, una lista de múltiples patologías y dolencias sin que se detengan a recordar que detrás de todo eso hay personas con una historia, con recuerdos, familia y sentimientos.
Pongámonos en la piel de quienes pasan horas en una cama de hospital, en una habitación compartida, perdiendo completamente la dignidad y la intimidad, como si por ser mayor ese derecho se perdiese. Como si no se dieran cuenta de lo que sucede a su alrededor.
Es inaceptable ver cómo se sienten abandonados, no solo por la falta de recursos materiales, sino por la carencia de una atención afectiva por parte del personal que debe cuidarlos en esos momentos tan vulnerables.
Desde el dolor por una reciente pérdida, quiero hacer una llamada a la reflexión. Es importante recordar que la dignidad humana no caduca. No se pierde con la edad.
Las personas que hoy ocupan esas camas de hospital fueron y siguen siendo el pilar fundamental de nuestras familias. Merecen ser tratadas con el mayor de los respetos, sin importar su estado de salud.
Hoy les pido que cambiemos nuestra mirada hacia ellos, que dejemos de verlos como una carga y los reconozcamos como lo que son: personas dignas de amor, respeto y cuidado hasta el último aliento.
Atentamente,
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