Los silencios también maltratan
Las espeluznantes imágenes grabadas en una escuela infantil de Torrejón de Ardoz que hemos podido ver estos últimos días te ponen los pelos de punta. Ver el maltrato de una educadora (que de educada, poco) hacia una pequeña de apenas año y medio, forzándola a comer con esa violencia desmesurada, te deja profundamente asqueado y sintiendo muchísima impotencia.
Lo que más duele, además del trato a esa pequeña, es ver a las compañeras de esta mujer mirando sin hacer nada. ¿Cuántas veces había actuado así esa "educadora"? Lo que vimos no parece improvisado ni aislado.
Por suerte, existe gente en este mundo con la valentía suficiente para actuar en defensa del más débil. Esta chica joven de prácticas puede sentirse bien orgullosa de haber dado un paso al frente y actuar ante una situación de maltrato tan cruel. Sin duda, ha demostrado tener una de las competencias más importantes y necesarias en su futura profesión: ser la voz de los que todavía no la tienen y proteger a la infancia. Gracias, de corazón.
Este tipo de conductas no pueden quedar impunes. Esta persona no debería volver a trabajar nunca más en nada que tenga que ver con niños o niñas. Pero también deberían tomarse medidas contra el centro y contra quienes, sabiendo lo que ocurría, decidieron mirar para otro lado. El silencio también maltrata.
Aprovecho también para pedir algo a los medios: tratad este tipo de noticias con seriedad, sin caer en el morbo fácil. Porque, si bien es necesario denunciar, también es necesario no generalizar ni sembrar miedo. La inmensa mayoría de las educadoras hacen una labor impagable (muy mal pagada, de hecho). Son profesionales que educan, acompañan y cuidan a nuestros hijos con vocación, cariño y muchísimo esfuerzo.
Espero que caiga todo el peso de la ley sobre la maltratadora y sobre quien, por omisión, fue cómplice. Porque los niños y niñas merecen espacios seguros, y quienes trabajan con ellos deben ser un ejemplo de respeto y cuidado.
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