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Dimisión injusta de una consejera

19 de Abril del 2025 - Jesús García Salazar (Oviedo)

Indudablemente, por justicia histórica, por merecimiento de la lucha minera por las libertades, la democracia, la dignidad en el trabajo o los logros sociales y laborales, todo reconocimiento, respeto y admiración para con el sector minero.

Acercar cifras absolutas exentas de politización, simbolismo y confrontación, asombran datos de siniestralidad entre sectores de dureza incuestionable. Dejo al margen el sector pesquero con los elementos de la naturaleza que encierra, en sí misma, dureza extrema y datos importantes de accidentabilidad. Sí comento el sector de la construcción, donde fallece un trabajador cada tres días, que en números absolutos equivale a 150 accidentes laborales con resultado de muerte al año. El simbolismo de la minería es, sin duda, consecución de las primeras líneas de este escrito y cabe la pregunta de cuántos han fallecido en el sector. La respuesta está en 125 años con 572 fallecidos, en esta aún España, dentro de pozos y galerías, siendo muchos los nefastos años a mencionar, tomando como ejemplo el año 1904 con 63 fallecidos en Villanueva del Río en Sevilla o en 1995 donde fallecieron 14 en San Nicolás de Mieres.

Mi siguiente comentario va dirigido a quien compromete su palabra por ser bisnieto, nieto o hijo de minero como si ello fuera un certificado de autenticidad. Un padre puede ser de izquierdas y su descendencia de derechas o pudiera darse el caso opuesto. Ser hijo o hija de cualesquiera que ostente una profesión u oficio no demuestra tener honrada la palabra. La persona es creíble o respetada si cuenta en su haber con la virtud de sus actos y el cumplimiento de su palabra y, según mi criterio, pocos profesionales de la política tienen esta cualidad, sin que haga falta completar todas las partes de la teoría de Platón.

Centrándonos en el título de esta carta, tomaba yo un café a precio de marisco, por tanto no en la cafetería del Parlamento, y escucho a cuatro tertulianos haciéndose preguntas sobra la dimisión de la señora consejera. Sus preguntas coinciden, casi en su totalidad, con las mías desde el fatídico accidente en la mina de Cerredo. La conclusión de los cuatro fue tajante. Siempre fuimos votantes de la izquierda, pero lo que estamos comprobando y la vestimenta que quieren colocar al santo no merecen respeto alguno. A tenor de ello nos deberíamos de hacer alguna pregunta como: ¿En dos meses en el cargo, la Consejera ha sido capaz de ponerse al día de los diferentes ámbitos de responsabilidad? ¿Los diferentes responsables municipales, de cualquier signo político, no sabían lo que familiares y trabajadores denunciaban de ratonera y chamizo el lugar de trabajo? ¿La anterior consejera -nefasta en Cogersa y premiada en El Musel- desconocía esta situación? ¿El arco parlamentario de la derecha y la izquierda en Asturias y el infinito conjunto de asesores tampoco eran conocedores de las características de la mina? ¿Los funcionarios nunca trasladaron al elenco de coordinadores, responsables y mandos los informes que, según los medios, sí se habían registrado? ¿La anterior y actual responsable de la Delegación del Gobierno sabían o no sabían lo que se estaba realizando la mina? ¿Quienes hicieron las inspecciones, in situ, no bajaron al tercer nivel? ¿Las organizaciones sindicales, que, seguramente, cuentan con responsables en materia de prevención y están en órganos de gestión o al menos acudirían a pedir el voto en época electoral, desconocían la peligrosidad y el desarrollo laboral de extracción? En definitiva, como no puede ser un motor sin fin, aplicando las cinco vías de Santo Tomás de Aquino, cabría la lógica pregunta de si el último motor no tendrá responsabilidad política, y me refiero al señor presidente.

A partir de aquí se abre la teatralización en los tiempos previos a la dimisionaria y que la izquierda nos quiere hacer creer que ha sido motu proprio. Es una falta de cortesía estar en la cafetería del Parlamento cuando tu aún consejera está dando explicaciones y se es conocedor de que iba a presentar la dimisión. Pero lo más indignante es la aparición presidencial y ese abrazo efusivo al que solo le faltó el beso y el susurro en el oído, tal como si una película de culto se estuviera rodando. Estoy convencido de que sus asesores le habrán asesorado para esta escenificación, pero no cabe duda de que desde que la política es política hay frases en latín contundentes en pocas palabras, como "in vino veritas", que se complementa con los teléfonos, las comidas, las cenas y los chupitos en el ámbito de la negociación y las cabecitas rodantes.

Pretendía dejar al margen las figuras que completan la triple cabeza de Kerberos que sustenta al actual Gobierno, pero ante sus patéticas posturas de la izquierda destartalada merece alguna línea. Resulta que ahora el político de IU, cuyo nombre no logro recordar, deja de lado la frasecita "caiga quien caiga" cuya pervivencia ha sido idéntica a la escasa audiencia del programa televisivo. Creerse importante en el juego de la política y darse satisfacción y no enfado porque el señor presidente le comentó alguna cosilla es patético. Realmente es tan insignificante por sí solo que salvado por el huésped que le cobija no puede permitirse una comisión que tambalee el Gobierno y dejar su silla. Se permite, naturalmente, no aplaudir la dimisión de la Consejera por el simple hecho de demostrarse digno e íntegro, pero desconocemos su pensamiento interior. Ahora la comisión ya no es necesaria, según su criterio, utilizando para ello un argumento tan simplón en no dar cartas a VOX y al PP. Todo está descrito mucho antes que el partido comunista venga a reescribir "el príncipe". Personajes con más carisma, intelectualidad, cultura, estrategia, condición política y prestigio ya lo tenían en su genética. La sociedad de culto, que también existe en bares, restaurantes, comercios y centros de trabajo, ya le ha sentenciado, por lo que no puede representar la virtud y menos la respetabilidad de un personaje público. Queda ahora la pediatra, tan necesaria en los centros de salud por carencia de personal. Le espera una Semana Santa de vía crucis penada en procesiones de WhatsApp, cafés, comidas e inclusive desayuno. Si se diera el caso de retractarse, será un mal inicio en su botadura política. Defraudará a la minería. Dará la espalda a la sociedad, pero lo más lamentable será insultar a los familiares de los fallecidos. Recuerde, "caveat emptor" y el que se lo compra la meterá en un buen charco. Usted aún no es profesional de la política y hay mucho político que está de vuelta.

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