Francisco, un Papa pacifista
Acostumbrados o no a otros pontífices (católicos o no) que bendijeron o patrocinaron guerras, o nazismos, o golpes, o nacionalcatolicismos, o pusieron sus hisopos de bendecir al servicio de industrias non sanctas, o sea, militaristas y destructoras, el papado de Francisco ha marcado un hito, ha sido una brisa fuerte a contracorriente de los industriales de la muerte.
Y por eso mismo deja una orfandad de calado superior, por cómo serán sus sucesores en Roma.
Cuando Jorge Mario Bergoglio fue elegido como Papa del catolicismo, en los primeros tiempos la Asociación Madres de la Plaza de Mayo le hizo algunos cuestionamientos sobre si había defendido a cabalidad en tiempos de dictadura, a sus propios feligreses comprometidos, o había escuchado a las Madres de los desaparecidos.
Pero ese cuestionamiento duró media hora. En seguida Hebe de Bonafini mantendría una relación cercana a los postulados de Francisco, con visitas, con cartas, con llamadas. Francisco enviaría una carta relevante a los 45 años de la creación de la Asociación de Madres (ahora que van a cumplirse los 47 este mes) reconociendo su admirable trayectoria, y otra con ocasión del fallecimiento de Hebe, en la que expresaba:
"Recuerdo, en el encuentro que tuvimos en el Vaticano, la pasión que me transmitía por querer darle voz a quiénes no la tenían. Su valentía y coraje, en momentos donde imperaba el silencio impulsó y después mantuvo viva la búsqueda por la verdad, la memoria y la justicia. Una búsqueda que la llevó semanalmente a marchar para que el olvido no se apoderase de las calles y de la historia y, el compromiso con el otro, fuera la mejor palabra y antídoto contra las atrocidades que se padecieron".
Las Madres siempre supieron bastante de obispos y catedrales. Ocuparon esos espacios para reclamar la aparición con vida de sus hijas e hijos. Incluso su plegaria pudo escucharse en la Catedral de Oviedo (adonde también subieron para expresar su apoyo solidario a los obreros de la Duro allí encerrados por un año).
Otra foto ejemplarizante es la del Papa Francisco con Berta Cáceres, la indígena lenca de Honduras que fuera asesinada hace nueve años, que había recibido el premio Nobel ambiental-Goldman. En esa ocasión Francisco recibía a una delegación de liderazgos sociales (entre los más pobres de la Tierra, cartoneros, recolectores de basura, campesinos sin tierra, indígenas, vecinos de asentamientos populares, recolectores de basura, etcétera), perteneciente a 92 movimientos procedentes de 65 países de los 5 continentes), en relación con la elaboración y presentación de uno de los documentos más reconocidos de su papado: la llamada "encíclica verde", el Laudato Sí, en que se recogen lenguajes indígenas sobre el cuidado de la casa común.
En ese encuentro Francisco alentó a los Movimientos Populares a: ser solidarios con los desplazados, emigrantes y refugiados; tener una participación distinta, dinámica y vital que revitalice la democracia; huir de la corrupción; ser austeros; defender la Madre Tierra. "Ustedes miran hacia delante, piensan, discuten, proponen y actúan. Nuestro diálogo por la justicia va echando raíces en todo el mundo. No tengan miedo a la violencia económica, social, cultural y militar (cuya muestra es el narcoterrorismo, el terrorismo de Estado, y lo que erróneamente algunos llaman terrorismo religioso) porque el miedo nos anestesia. Contra el miedo el mejor antídoto es el amor. Todos los muros caen. Construyamos puentes entre los pueblos, que derriben los muros de la exclusión y la explotación... un proyecto-puente frente al proyecto-muro del dinero".
Otro momento relevante se daba en la selva profunda, en Perú: allí Francisco tuvo de interlocutor al líder amazónico Santiago Manuin, quien había resultado baleado y encarcelado en la llamada masacre de Bagua, un 5 de junio, en la "curva del diablo". Allí el líder del pueblo awajún le entregada una corona de plumas, simbolo de la sabiduría de los pueblos indígenas que cuidan la Madre Tierra.
Se ha ido Francisco la víspera del Día Internacional de la Madre Tierra, una fecha aprobada en la Asamblea General de NN UU a instancias del Bolivia, una tierra que también visitaría estrechando lazos, ensalzando los derechos de los pueblos originarios, y pidiendo en nombre la de la iglesia perdón: "Quiero decirles, quiero ser muy claro, como lo fue San Juan Pablo II: pido humildemente perdón, no solo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América".
De esa presencia en Bolivia quedan las propuestas: "Quisiera yo también volver a unir mi voz a la de ustedes: las famosas 'tres T': tierra, techo y trabajo, para todos nuestros hermanos y hermanas. Lo dije y lo repito: son derechos sagrados. Vale la pena, vale la pena luchar por ellos. Que el clamor de los excluidos se escuche en América Latina y en toda la tierra.
Primero de todo, empecemos reconociendo que necesitamos un cambio. Quiero aclarar, para que no haya malos entendidos, que hablo de los problemas comunes de todos los latinoamericanos y, en general, también de toda la humanidad. Problemas que tienen una matriz global y que hoy ningún Estado puede resolver por sí mismo. Hecha esta aclaración, propongo que nos hagamos estas preguntas:
- ¿Reconocemos, en serio, que las cosas no andan bien en un mundo donde hay tantos campesinos sin tierra, tantas familias sin techo, tantos trabajadores sin derechos, tantas personas heridas en su dignidad?
- ¿Reconocemos que las cosas no andan bien cuando estallan tantas guerras sin sentido y la violencia fratricida se adueña hasta de nuestros barrios? ¿Reconocemos que las cosas no andan bien cuando el suelo, el agua, el aire y todos los seres de la creación están bajo permanente amenaza?
Entonces, si reconocemos esto, digámoslo sin miedo: necesitamos y queremos un cambio".
El Papa Francisco ya había dicho que estamos viviendo una tercera guerra mundial, con campos de batalla repartidos por todo el mundo. "Esto es algo que debería hacernos reflexionar", "¿Qué le está pasando a la humanidad que hemos tenido tres guerras mundiales en un siglo?".
"El mundo entero está en guerra, en autodestrucción, ¡paremos a tiempo!", había dicho en Sudán, instando a deponer las armas.
En abril del 2022 Francisco publicaba su libro "Contra la guerra. La valentía de construir la paz".
«La guerra es una locura».
«Ante las desgarradoras imágenes que vemos cada día, ante los gritos de los niños y las mujeres, no podemos más que gritar: ¡La guerra no es la solución, la guerra es una locura, la guerra es un monstruo, la guerra es un cáncer que se autoalimenta devorándolo todo!»
En la encíclica "Fratelli tutti" había propuesto «usar el dinero que se gasta en armas y otros gastos militares para constituir un fondo mundial destinado a eliminar definitivamente el hambre y promover el desarrollo de los países más pobres».
En el prólogo de ese libro Francisco dice que pese a todo, «hay signos de esperanza», observando los millones de personas «que no desean la guerra, sino que piden la paz». "Nunca jamás guerra, y juntos comprometernos a construir un mundo que sea más pacífico porque es más justo, donde la que triunfe sea la paz, no la locura de la guerra», concluye el Papa.
El reto, tras su fallecimiento, es hacer respetar ese legado y esas propuestas en todo el planeta, para construir la Paz con la Madre Tierra.
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