Cervantes, español universal
Cervantes representa lo mejor de España, un hombre aventurero desde pequeño, culto y refinado, hidalgo de extracción honorable, algunos dicen que tal vez conversa, incomprendido y glorificado por su destino inmortal imperecedero. A él se le debe la invención de la novela, trabazón e hilazón de una historia desarrollada, con diálogos, narración de eventos, aventuras y desventuras, estudios ya psicológicos modernos de personajes individualizados, ubérrimo caudal de refranero, mezcla con otros géneros, como la poesía anacreóntica, pastoril, bizantina, épica, tradicional popular y las digresiones, opiniones doctas y personales del propio autor como voz conductora de la historia quijotesca entrecruzadas y las novelas ejemplares también narradas.
Aventurero desde pequeño, espadachín impenitente, luchador heroico y aventurero en los mares de Lepanto, cautivo de los piratas berberiscos en Argel, liberado por los frailes mercedarios, que pagaron su redención al renegado pirata tornadizo Alí Hamí. Vuelto a Madrid, escribe las obras dramáticas, la "Numancia" y los "Tratos de Argel", la novela "La Galatea", relatos de arcádicos amores pastoriles y mundos de pastores, precisamente, de "La Galatea". Después de una dura carrera como recaudador de impuestos, acaba en la cárcel por malversación y negligencia en la custodia de fondos públicos y allí mismo, en la cárcel, idea, pergeña y llena su magín de su maravillosa obra quijotesca. "El Quijote", más allá de todos los tópicos de locura y desatino de un hidalgo de sesos carcomidos por la lectura de libros de caballeros andantes pasados de moda, refleja un mundo crepuscular
medievalizante, donde los individuos ya no son solo alegorías o representaciones de ideas o visiones rígidas del mundo, sino que sienten en su carne y hueso, caen derrotados, experimentan dolor y ansias febriles, ensoñaciones, ciertamente, pero también son capaces de sentimientos tiernos expresados, discursos y opiniones personales propias, siendo antihéroes y héroes semigloriosos, también llenos de una dignidad españolísima, henchida de idealismo cristiano justo e idealista por un mundo mejor, más fraterno y caballeroso. En “Rinconete y Cortadillo", hay Monipodio y hampa, en "El licenciado Vidriera", un mundo de manías especiales y gran léxico. En "El retablo del Maese Pedro", técnicas teatrales novedosas brillantes.
En "El Quijote" hay ya un alma de modernidad, de rebeldía, de pensamiento erasmista, de crítica incluso a un orden muy rígido, de galeotes, gente desalmada, tipos populares investidos caballeros, hampa y marginales, picaresca y nobleza privilegiada, escribanos, damas idealizadas y venteras, arrabales y periferias, glorias y miserias. Cervantes habla de la liberalidad, de ahí viene el término “liberal", de la libertad, del mérito, de los valores
más nobles caballerosos y de caballeros andantes, de la defensa de España, de una modernidad de incipiente librepensamiento, dentro de un catolicismo férvido de autos de fe y absoluto control de una Iglesia de Cisneros, pero inquisitorial y dominante. Sus doce "Novelas ejemplares" son doce tesoros.
"El Quijote" cervantino es la tercera obra literaria mundialmente más conocida, traducida, citada, editada y publicada a más idiomas. En el "Persiles" de Cervantes, obra póstuma, encontramos una recreación de un mundo de brumas y reinos de Tule y Frisianda, muy
diferente al escenario localista de molinos de la bella Mancha de Toledo, Ciudad Real, Cuenca y Albacete, solo abandonado por un viaje a Barcelona, ciudad también quijotesca, ahí tenemos a Martín de Riquer y el amor por el Quijote de Milá y Fontanals, Boadella, el cervantismo catalán.
Escritor de nueve entremeses y siete comedias, fue autor teatral con algún rasgo también de originalidad y efectismo dentro de cánones para el gran público. La importancia de Cervantes es tan colosal que gozó del aprecio admirativo de Flaubert, Scott, Goethe, Puskin, Tolstoi, Dovstoyeski, Gogol, Schiller, Hoffman, Lessing, Stendhal, Daudet, Dickens, Papini, Galdós, Mark Twain, Clarín, Joyce, Thoman Mann, Chesterton, Graham Greene, Leonard Cohem, Marcel Bataillon, miles de hispanistas. Son maravillosos los grabados de Gustavo Doré, su influencia en los músicos Falla, Henry Purcell, Massenet, Richard Strauss,
Paisiello, Piccini, Salieri, Mercadante, Vito Frazzi, De Chirico, Chapí, Oscar Esplá, Cristóbal Halffter. Son reseñables los cervantistas anglosajones y europeos, hispánicos, la obra de Orson Welles, la serie de TVE interpretada por Fernando Rey y Alfredo Landa, la película de Terry Gilliam. En nuestra filosofía y forma de ser pervive lo quijotesco, en el alma española de Unamuno, Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Maeztu, Agustín Argüelles Manso, Cachero, ensayistas y poetas de todos los tiempos, Cervantes de Alcalá de Henares,
Salamanca, Valladolid. Quijote daliniano. Cervantes, escritor universal, reflejo como todos los grandes espíritus de las contradicciones y marcos culturales, sociológicos, de sueños, tragicomedias y desencantos de su época, el Siglo de Oro de Lope de Vega, Calderón, Góngora, el brillante imperio español en auge universal, su decadencia y lo eterno quijotesco romántico. Vale.
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