Una abuela, todo un mundo
Se me ha ido un mundo. El mundo que me enseñó a irme de dónde no debía quedarme. Mi abuela.
Ella desde muy pequeña me hizo entender lo que significa el amor propio y pelear por tu justicia hasta lograrla. Porque a veces no son necesarias las palabras y los hechos te demuestran. Porque cada acto de su valentía, se convertía en un consejo para mi vida. Me enseñó que la rebeldía es un derecho y la dignidad una bandera. Me enseñó que la palabra resignación no cabe en nuestra familia. Cada cosa que no entendía que pasara, ella con un paso me lo aclaraba. No necesitaba preguntar, sabía que ella respondería con cada uno de sus actos. Actos que seguiría, actos que me han llevado a ser quien soy.
Así que yo no estoy despidiéndome de una abuela, estoy dejando ir a una mujer que enseñó a tres generaciones de mujeres a tener fuerza, a saber lo que es el coraje, a pelear incansablemente y a poner límites a todo lo que haga falta, menos a una misma: Josefina Crespo Garcia, hija de la frutera de Teverga.
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