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La paz y el Primero de Mayo

1 de Mayo del 2025 - Javier Arjona (Siero)

Este domingo, en la emotiva actividad poético-musical en el paseo Begoña de Xixón se recordaba cómo a principios de siglo, y en particular en la primera gran Guerra Mundial, fueron muchas las voces, las escritoras, los poetas y el movimiento obrero, que se expresó contra la guerra y por la paz.

Ahora que llega el Primero de Mayo, recordamos que desde su origen, esta ha sido más que una jornada laboral: ha sido una trinchera de lucha por los derechos de quienes producen la riqueza del mundo. También ha sido una fecha para levantar la voz contra las guerras, el autoritarismo y el militarismo. Y hoy, en 2025, ese espíritu combativo y ético es más necesario que nunca.

Hoy, con 42 guerras activas y 54 conflictos armados, ¿no se hace más necesario y urgente trabajar para la paz?

Y sin embargo el belicismo, la enormidad de los gastos militares, y la militarización obscena de las sociedades muestran un camino de peligro para la humanidad. El récord en gasto militar mundial contrasta con el deterioro de las condiciones de vida. Esta lógica de guerra no es un accidente, sino una estrategia de control, dominación y negocio que erosiona la democracia, normaliza el autoritarismo y somete las economías al poder armamentístico.

Palestina no es solo un símbolo de resistencia, sino un espejo de la hipocresía internacional: se permite el castigo colectivo, la ocupación y el racismo estructural, mientras se invoca el derecho internacional de forma selectiva. Para millones de personas en el Sur Global, esta impunidad confirma la existencia de una geopolítica de dos velocidades, donde los derechos humanos solo valen si se alinean con los intereses de las potencias dominantes, y en ese caso con el sionismo más criminal.

El presidente yanqui promete el mayor presupuesto militar de la historia, con expansión del arsenal nuclear y tecnología armamentística.

Siguiéndole el juego (asumiendo sumisamente sus órdenes), las élites europeas impulsan también el rearme y la lógica militarista: en 2024, el gasto militar mundial superó los 2,2 billones de dólares. La industria armamentística crece mientras los servicios públicos se deterioran. La guerra se normaliza no solo con armas, sino con narrativas de miedo, vigilancia, represión y odio institucionalizado. En este modelo, la diplomacia muere y la fuerza se convierte en lenguaje común.

En sentido contrario actúan, todavía con debilidad, las resistencias. Movimientos feministas, ecologistas, sindicales y antirracistas denuncian la guerra como lógica de dominación patriarcal, colonial, extractivista y de clase. Desde las mujeres palestinas hasta las huelgas climáticas o los movimientos de desobediencia civil, emerge una resistencia global, diversa y creativa, que defiende la paz con justicia.

La guerra tiene un precio: lo pagan las clases trabajadoras. La transferencia de recursos desde lo social a lo militar es cada vez más evidente. Alemania, Francia y el Estado español han duplicado su gasto en defensa, mientras aumentan la precariedad, los desahucios y la pobreza. Y anuncian nuevas subidas justificando necesidades defensivas y jugando con anuncios de posibles vueltas al servicio militar obligatorio.

La guerra mata, destruye, pero también empobrece, divide y liquida derechos, sus consecuencias concretas se sienten cada día.

Lo dejó dicho don Antonio Machado:

¡Señor! La guerra es mala y bárbara; la guerra,

odiada por las madres, las almas entigrece;

mientras la guerra pasa, ¿quién sembrará la tierra?

¿Quién segará la espiga que junio amarillece?

En semejante escenario, el Primero de Mayo debiera recuperar su fuerza originaria, como reivindicación integral frente a la barbarie, con un no rotundo al militarismo, a las potencias agresoras, a la industria bélica y a la captura del poder por intereses corporativos.

Este Primero de Mayo debe ser un día de afirmación de la paz con justicia, de dignidad obrera, de soberanía de los pueblos, de defensa del derecho a no ser carne de cañón.

Desde Palestina hasta Asturias, desde las calles europeas hasta los barrios empobrecidos del Sur Global, se tejen redes que dicen: ¡Basta de guerras! ¡Pan, salud, educación, cultura y paz!

Reivindicar la paz el Primero de Mayo es honrar la memoria obrera, las luchas feministas, el internacionalismo y la vida misma.

Por un Primero de Mayo por la Paz.

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