No era lo que se esperaba
En el siglo pasado el tardocapitalismo dio síntomas de agotamiento y las fuerzas progresistas modelaron un imaginario en torno al concepto gramsciano de crisis, que se caracterizaba cuando "algo" estaba muriendo, el tardocapitalismo, y lo nuevo que lo sustituiría no terminaba de nacer. Esto nuevo, se pensaba, era una sociedad más próspera, justa e igualitaria. Han pasado los años y la crisis continúa, pero ahora lo "nuevo" ya no se vislumbra como antaño, ahora el tardocapitalismo parece que puede ser sustituido por un tecnocapitalismo con su cohorte de oligarcas tecnológicos, con un enorme poder en dos elementos fundamentales, la información y el dinero, además de una clara aversión a la democracia. Una vez más, la Historia muestra que la evolución de la realidad no es algo lineal que tienda al progreso y el bienestar de la mayoría, sino un permanente conflicto donde demasiadas veces vence no la razón y la justicia, sino la fuerza.
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