Ser azúcar

4 de Mayo del 2025 - Fernando Martínez Álvarez (Grado)

Cuando éramos críos jugábamos a la queda. Había que empezar decidiendo por sorteo cuál de los participantes "llevaba la queda". A quien tocara esa mala suerte, le llegaba en forma de una especie de tara para el juego, como una cualidad negativa, un invisible estigma que le obligaba a perseguir a todos los demás para conseguir tocar a alguien. Con solo tocar a otro, su mal le abandonaba y pasaba al nuevo infortunado: el tocado. Iba a ser quien entonces hubiera de perseguir a los otros para el mismo fin.

De esa regla estaban exceptuados algunos participantes en el juego, los que solo querían mirar su desarrollo, los que aún eran pequeños, los que tuvieran heridas imposibilitadoras, piernas o brazos rotos... (tenía un nivel muy desarrollado la casuística contemplada por nuestra normativa infantil).

Ya jugando, si el que "llevaba la queda" se acercaba a alguno de los exceptuados, con la intención clara de su pretensión, el excluido por aplicación de la norma se quedaba muy quieto, levantaba los brazos y decía: "¡¡Soy azúcar!!".

Con este extraño mantra quedaba librado. El que "llevaba la queda" lo miraba como si el otro fuera transparente, se giraba y echaba de nuevo a correr, en busca de alguien propicio.

Me vienen esos recuerdos porque, al igual que muchas cabezas, la mía también es gran aficionada al símil y la metáfora.

Ahora, al intentar trasponer el "Soy azúcar" a otros ámbitos de la vida me doy cuenta de que conozco a algunas personas que viven su vida en tensión, con un leve miedo, un estado de alerta continuo. Les aterra no ser "adecuados", no sentirse considerados, no agradar, no dominar (la variedad es amplia)... Pero esa diversidad tiene un denominador común: no sentirse valorados.

En un mundo en el que muchos viven para la apariencia, todo irá estupendamente con los demás mientras sepas mantenerte en lo que esperan de ti.

Si te conceptúan como tímido, ese tiene que ser tu papel; si te encanta ser simpático, agradar; si quieres dominar, no dejarás la palabra hasta que llegues al final de lo que dices... y que no te interrumpan, si alguien lo intentara no paras de hablar, incluso haciéndolo por encima de lo que diga el otro, seguirás hasta que él se calle y tu prevalencia haga acabar toda tu plática. Individuos de azúcar que con detalles subliminales muestran clara información sobre el rango de cada cual. Pero en su interior todos lo saben y se lo dicen a sí mismos: "Soy azúcar".

Aunque con un sentido bien diferente al de aquel del juego de la queda.

Otra acepción para el dicho es la del mundo de las motos. Y muy ocurrente además, pues en ella hasta intervienen la física y la química... "Ser azúcar" es un motero que no se atreve a conducir cuando llueve.

"¡Vaya día regao, nin...! Nun aviséis a Kai, que cae... ye azúcar".

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