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Hilda y su humor: vencer la soledad

4 de Junio del 2025 - Dr. José Antonio Flórez Lozano

Ante el escenario social que tenemos (apatía, mentira, soledad, depresión, miedo, destrucción de los valores, de la ética y la moralidad), con una mente anestesiada y una intoxicación informativa, Hilda, de 86 años, tiene su receta especial. Consigo llegar a su casa, tomamos un café en un día muy soleado y contemplo un cuadro maravilloso: su prado lleno de margaritas que impregna un lienzo de sensaciones muy agradables. Por delante se pasean unas gallinas que llaman mi atención y curiosidad. De repente, Hilda me rescata de mi meditación gratificante y con voz clara y potente me asusta y me dice: ¡Ya está el café! ¿Quieres azúcar? Hablamos y escuchamos. Me relata su trabajo y las adversidades de la vida, la relación con sus hijos (¡inexistente!) y la muerte de su marido, que cambió el rumbo de su vida. Su recuerdo aún la atrapa en la telaraña de la tristeza. Sin embargo, su energía psíquica, su fuerza y su coraje han sido determinantes para seguir viviendo aceptablemente y superar la espesura pegadiza de la soledad. Hoy está feliz con lo que tiene, disfruta de mi visita y de nuestra conversación. ¡Es tanto lo que tenemos que hablar! ¡Tiene necesidad imperiosa de comunicación! Me comenta que la risa le ayuda a vencer el miedo, la llena de luz, fuerza, ilusión, de sentido del humor, de gozo, y le ayuda también a vivir la vida de forma más positiva.

EL MEJOR INGREDIENTE

Con el humor, la risa libera endorfinas como dopamina, serotonina y noradrenalina; es decir, las hormonas de la felicidad del cerebro

Me sigue diciendo que la vida es en su totalidad una gran broma cósmica. Me insiste, la vida no es algo serio; tómala seriamente y, tal vez, la perderás. Lo mejor es comprender la vida a través de la risa y el sentido del humor, apostilla Hilda. Está convencida de que solo con humor se vive más y mejor. Sin duda, comenta, es el mejor ingrediente para afrontar las circunstancias de la vida, especialmente la soledad. El humor y la risa, dos caras de la misma moneda, constituyen un potente antidepresivo que podemos activar en cualquier momento, ya que fortalecen nuestro sistema inmune. El sentido del humor es como el arte de captar las aristas graciosas de la realidad, desde lo absurdo hasta lo irónico. Potencia sus emociones positivas (alegría, entusiasmo, vitalidad, relajación, serenidad) y neutraliza las negativas, especialmente, la ansiedad. Practica la amabilidad, dulcifica la vida y regala felicidad. Hilda asegura que la vida está hecha de pequeñas cosas, y la felicidad solo la encontraremos si sabemos apreciarlas y valorarlas. Apurando el café, Hilda afirma que “por encima de todo valoro la vida”. Sin duda, las personas con este perfil tienen menos riesgo de padecer accidentes cardiovasculares. Oscar Wilde, por ejemplo, decía: “Hago ejercicio a menudo; mira, precisamente ayer tomé el desayuno en la cama”. Se trata de sujetos que se ríen hasta de su sombra y que te demuestran lo bien que han envejecido a pesar de no haber tenido una vida especialmente fácil.

EL BOTÓN DEL DESCANSO Y DEL HUMOR

El “jogging” del humor calma nuestro sistema nervioso y produce ideas y emociones positivas. El mismo emperador Augusto abundaba en el sentido del humor. Sus biógrafos dicen que llegó a una edad avanzada; era de carácter apacible y moderado, poco amigo de los placeres de la mesa, apasionado de las ciencias y las artes, comía solo alimentos sencillos y solo cuando tenía hambre; bebía muy poco vino, pero le gustaba que sus comidas estuvieran rodeadas de un ambiente agradable; poco antes de morir dijo a sus cortesanos y familiares que lo rodeaban: “Aplaudid, amigos míos, la comedia ha terminado”. Era lo que pensaba de la vida, que todo era una sencilla comedia. Estas personas con humor, felices y longevas, saben ganar continuamente en serenidad, apretar el botón del descanso y tener tiempo suficiente para estar consigo mismo (¡meditar!), como hace habitualmente Hilda. El propio Papa Francisco se aferraba al sentido del humor para moderar su sufrimiento; cuando un cardenal le preguntó: ¿Cómo se encuentra hoy Su Santidad?, rápidamente contestó: ¡Sentado! Además, estas personas saben disfrutar del momento presente (hoy contempla su prado, como un mar de margaritas, y escucha el concierto de los grillos), del cuidado y del respeto, y no se dejan llevar por el ritmo frenético y convulso de la sociedad actual. Me comenta Hilda que con el sentido del humor manda en su vida y le da el poder de relativizar y trascender a cualquier circunstancia. Con el sentido del humor dice que derriba cualquier muro y que le ayuda a ver la vida con más colores. ¡Y el color lo pone ella! Antonio Mingote lo expresó con meridiana claridad: “El humor es el ingrediente necesario para vivir”. Y ¿por qué? Una respuesta de risas implica un aumento considerable de la actividad de los linfocitos NK (natural killer), lo que refuerza el sistema inmune. Se incrementan también las inmunoglobulinas (Ig) salivares y se reduce el riesgo de infarto de miocardio, tan solo con treinta minutos al día de cine cómico.

UN ANTÍDOTO PARA TODOS LOS MALES

La risa es el antídoto para todos los males; un arma contra la opresión y las convenciones sociales y una mirada desde la que replantearnos el sentido de nuestra vida. El interés terapéutico en los beneficios de la risa se inició hace años con Norman Cousins. En su libro “Anatomía de una enfermedad”, Cousins narraba cómo había podido sobrevivir a una grave enfermedad viendo viejas comedias de Charles Chaplin o de los hermanos Marx. Para Hilda, el sentido del humor es el vector de su vida: funciona como antidepresivo, relajante y adaptógeno. Con el humor, la risa libera endorfinas como dopamina, serotonina y noradrenalina; es decir, las hormonas de la felicidad del cerebro. La risa permite controlar el dolor, mejora el estado de ánimo, normaliza la tensión arterial, regula el sueño y la propia energía vital. Hay que reír más para mejorar nuestra salud, me recuerda Hilda. Y en tiempos de crisis socioeconómica, moral y cultural como la que atravesamos en estos momentos, el sentido del humor y la risa se convierten en los mejores aliados para no caer en el abismo de la ansiedad, la depresión, la desesperación y la enfermedad. Igualmente, la risa provoca que el endotelio, es decir, la capa interior de los vasos capilares, se pueda expandir para permitir un mejor flujo sanguíneo. Hilda me dice: “Sin humor te vas hundiendo poco a poco; se puede decir estoy cansada, pero nunca debería decirse hoy no estoy para bromas”. En fin, sumergirnos en el mundo de los sueños, en el mundo imaginario donde todo es posible, nos permite escapar de los miedos existenciales y de las sensaciones de angustia, especialmente de la angustia ante la muerte. Como decía Heráclito, “el que no es capaz de soñar jamás realizará sus sueños”. Me sigue diciendo Hilda: “Soñar y soñar nos mantiene vivos, ilusionados, expectantes, con ganas de vivir, de lograr objetivos desconocidos”. Soñar nos empuja a horizontes desconocidos; soñar nos rescata de la monotonía, del aburrimiento y de la desesperación, sentencia mi amiga Hilda. Me voy, nos damos un gran abrazo con mi boli presto a describir el relato de una mujer con una vida apasionante.

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