¿Calles Ramón y Cajal, y Pozos, peatonalizadas?
El alcalde ovetense, Alfredo Canteli, y su equipo todavía no han aprendido de los errores mayúsculos de Gabino de Lorenzo, quien ha hipotecado a varias generaciones de carbayones con unas peatonalizaciones deficitarias en todos los órdenes. Hechas a base de materiales de tercera división, mal colocados; y, eso sí, con inauguraciones a golpe de cronómetro y a los sones de la banda municipal.
El resultado es que lo que habría de ser una ciudad segura y cómoda para el viandante se ha venido convirtiendo en una pista de patinaje permanente, en aceras y calles rotas, quebradas, desniveladas, con baldosas despegadas, mal rejuntadas o sin rejuntar, sobresalientes de nivel, o mal reparadas una y mil veces. ¿Los resultados? Docenas de accidentes graves y caídas (sobre todo de personas mayores, es decir, la mayoría de los carbayones), y con las consiguientes consecuencias indemnizatorias a cargo del erario (o sea, con pólvora ajena por parte del Consistorio, para entendernos).
¡Qué más les da! A todo esto, podría nombrar muchas calles ovetenses que han sido repetidamente reparadas con los mismos errores que acabo de describir. El Oviedo antiguo es el mejor ejemplo de tanto despilfarro, y tan repetido. Nada extraña, pues, que nuestros impuestos se disparen cada año.
Pues, nada, que supuestamente el Ayuntamiento de Oviedo acaba de peatonalizar también las calles Ramón y Cajal y Pozos (entre la universidad y la calle Fruela, para situarnos), y lo ha hecho con los mismísimos errores de siempre. Es decir, con unas baldosas completamente lisas y resbaladizas, que con apenas unas gotas de lluvia se convierten en una peligrosísima pista de patinaje. Anteayer las inauguré con el suelo seco y con toda la precaución posible. No las pisaré nunca con el suelo mojado.
No soy amigo de apuestas, pero me atrevo a apostar con cualesquiera miembros de la edilicia carbayona que más pronto que tarde, primero, el Ayuntamiento tratará de enmendar su grave error abujardando estas calles (así lo ha hecho en otras muchas), que, con todo y lo cual, seguirán siendo muy peligrosas para el viandante, y ocasionarán (Dios quiera que me equivoque) numerosas caídas. No aprenden. Menos mal que la gran mayoría de concejales cobra unas soldadas multimillonarias. No las merecen, pero también proceden de la pólvora ajena.
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