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La incógnita a despejar

27 de Febrero del 2011 - Pedro Bengoechea Garín

En el calendario de reformas legislativas de nuestro país figura la aprobación en marzo del proyecto de ley para regular los cuidados paliativos y la muerte digna, al objeto de garantizar, se dice, los derechos de los pacientes en situación terminal. Fue anunciado en su día por el vicepresidente Rubalcaba. Inmediatamente surgieron recelos, temores, notable preocupación, porque, bajo esos términos, podrían esconderse intenciones, planes, que permitieran actuar a los sanitarios o a cualquier otro contra la vida de estos pacientes.

La ley de Muerte Digna ha sido reconocida por los partidarios como un reconocimiento de derechos y como la eutanasia encubierta por sus detractores. Con ello, ¿se está abriendo un debate jurídico y social sobre la eutanasia? ¿Se quiere poner acaso en tela de juicio el significado mismo de la eutanasia o los cuidados paliativos, al objeto de poder administrar la muerte, acudiendo a tan socorrida autonomía del paciente o al derecho que todos tienen de beneficiarse de la medicina paliativa? Con razón habrá que despejar tales incógnitas, pero sin dejar de explicar qué se entiende por expresiones como: eutanasia, cuidados paliativos, muerte digna.

Subtítulo: Lo que se entiende por eutanasia, cuidados paliativos y muerte digna

Destacado: Ante la eutanasia se exige tolerancia cero, puesto que eimplica conceder poder a uno para dar muerte a otro, aunque sea a petición de éste último

Al margen del dolor y otras circunstancias que rodean al enfermo, y que suelen despertar la conmiseración de sus más allegados, la eutanasia siempre será una acción u omisión, que por su naturaleza o sus intenciones, produce la muerte, con el objetivo generalmente de eliminar todo dolor. Supone, a nivel de intenciones, punto final a la vida; y a nivel de métodos usados, cualquier sustancia mortal o la omisión de cuidados necesarios para vivir como la alimentación, la hidratación, la respiración, etcétera. Por lo tanto, ante la eutanasia se exige tolerancia cero, puesto que implica conceder poder a uno para dar muerte a otro, aunque sea a petición de este último.

Por el contrario, en el lado opuesto a la eutanasia se halla la medicina paliativa, orientada a prestar asistencia al enfermo a nivel psicofísico y espiritual, buscando siempre mejorar su calidad de vida.

Si bien las medicinas pueden no curar en este caso la enfermedad, al menos sí controlan sus síntomas evitando así que se empeore significativamente la calidad de vida. Una atención tan variada y multidisciplinar, ofrecida como sostén psicológico del enfermo y su familia, y dispensada para que exista una visión positiva de la vida y la muerte, no puede servir de coartada para introducir un final letal. Sólo así, cuando se produzca el acontecimiento natural de la muerte, podremos decir que se ha cerrado el ciclo vital con una digna muerte o que la muerte ha sido realmente digna. Fuera de este contexto, no acierto a entender cómo puede ser "muerte digna", si por tal, se quiere entender que el hombre es dueño absoluto de la vida y de la muerte y puede morir cuándo y cómo le plazca. A lo mejor, a muchos que creemos que Dios es autor de la vida, hemos encomendado a él el modo y la hora de nuestra muerte, pensando poder tener, eso sí, una «muerte digna».

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