Zombis

26 de Febrero del 2011 - Arturo Macario González (Luarca)

No hay peor olor que el de un cadáver en descomposición. De hecho, ése es uno de los motivos por el que a los muertos se les incinera, se les pone bajo tierra o se les confina a nichos bien sellados. Allí dentro descansan en paz, sin interferir en el mundo de los vivos. Para nosotros ya no son más que un recuerdo, bueno o malo.

Pero ¿y si los muertos saliesen de sus tumbas? Esa pregunta es algo a lo que muchas veces el cine ha querido responder con una buena cantidad de películas de zombis rabiosos que se levantan para comer carne humana y sentir dentro de sí un poco de vida.

Es verdaderamente desagradable, sin duda, pero lo que parece ficción muchas veces es, en cierto modo, real. En un guión de Hollywood sería un virus creado en un laboratorio o una maldición vudú la causa de la invasión de los muertos vivientes, sin embargo, aquí en Asturias basta con que Álvarez-Cascos abandone el Partido Popular para que los cadáveres empiecen a removerse en sus sepulcros queriendo salir en busca de carne fresca... quiero decir, de notoriedad.

Ahora que Cascos ha fundado Foro Asturias, veremos cómo poco a poco muchos tratarán de subirse al carro. Algunos lo harán por convicción (algo completamente respetable), pero muchos otros lo harán única y exclusivamente por oportunismo, por figurar, por volver a ser ese al que todos se arriman o invitan a vinos en los bares del pueblo. Al fin y al cabo, ¿qué mejor que un partido recién creado, pequeño y con pocos militantes para intentar conseguir algún cargo más o menos destacable? En uno de los «grandes» hay mucha competencia y sobre todo, cuando eres un cadáver, resulta muy difícil trepar.

Todos estos individuos, a los que me referiré como «zombis» en adelante, tienen un común, que en vida trataron desesperadamente de llegar a lo más alto pero, afortunadamente para la sociedad, se estrellaron estrepitosamente contra el suelo. Eran personas sin convicciones ni ideas, interesadas sólo en aparentar, en que se hablase de ellas. Ni siquiera les importaba llegar a las mismas cotas de incoherencia y contradicción que un judío nazi o un homosexual de Fuerza Nueva. Ellos iban siempre hacia donde soplase el viento, pactaban con el mismísimo diablo si hacía falta y se arrimaban a quien fuera necesario con la esperanza de alimentar sus egos.

Francisco Álvarez-Cascos tiene ante sí un reto de construir una opción política a tener en cuenta, pero en sus manos está el controlar y conocer bien a quienes se le acercan y distinguir entre los que realmente merecen representar a los asturianos y los que no. Aquí en Luarca ya empiezan a escucharse las uñas de algún cadáver político escarbando en la tierra en la que lleva enterrado prácticamente desde siempre, ansiando comerse el suculento banquete de carne fresca que el nuevo partido supone. Pero seguro que no es el último. Si nadie hace algo para evitarlo el Principado entero acabará pareciéndose más a una película de terror que a un «Paraíso Natural».

Siempre es bueno que aparezca un nuevo grupo político que ofrezca nuevas alternativas a los ciudadanos. Ahora bien, hay que tener en cuenta que, si se quiere ser una opción seria y con posibilidades, hay que cribar bien y seleccionar a los representantes adecuados. En un restaurante, por ejemplo, no se puede tolerar que haya ratas en la cocina... ni mucho menos zombis, porque lo más probable es que éstos, con sus ansias irrefrenables acabasen comiéndose el género en vez de ofrecérselo a los comensales. Además, el olor insoportable de su carne descompuesta ahuyentaría a muchos posibles clientes que se irían al establecimiento de la competencia.

Asturias necesita políticos responsables, creíbles, con convicciones e ideas y que se alejen de conceptos como el del caciquismo, el «amiguismo» o el nepotismo que tan arraigados están en demasiados lugares. Si Cascos consigue eso, aunque no gane las elecciones, nadie podrá negar que habrá logrado triunfar en algo en lo que los demás, en mayor o en menor medida, han fracasado. Desde luego no será fácil dado que hay mucho resentido oportunista que intentará medrar a su costa, pero creo y espero que tenga claro que si uno anda con zombis lo más probable es que también acabe «muerto»... o al menos oliendo como ellos.

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