Un país de intermediarios
En un país donde cada céntimo cuenta, sorprende -o no tanto- que sigamos aceptando con normalidad los desmesurados costes de intermediación que sufrimos en casi todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana. Sacar una entrada para un concierto se ha convertido en un lujo no solo por el precio del artista, que también, sino por unos "gastos de gestión" que a veces suponen más del 20% del importe por el mero hecho de hacer clic en una plataforma.
Algo similar ocurre en la alimentación: los agricultores y ganaderos reciben precios de risa por sus productos -a menudo por debajo del coste de producción-, mientras en los supermercados los mismos alimentos alcanzan precios que desbordan cualquier lógica. ¿Dónde se queda esa diferencia? En una cadena de intermediarios que, sin tocar la tierra ni ordeñar una vaca, se lleva el mayor beneficio.
El mercado inmobiliario no es una excepción, al buscar casa en alquiler o a la venta, no solo pagamos el precio publicado, sino también comisiones que pueden alcanzar el equivalente a una mensualidad completa de renta o un porcentaje elevado del precio de compra, incluso cuando el trabajo de la agencia se limita a subir unas fotos. Esas agencias, al fin y al cabo, pactan con propietarios y promotores márgenes que el inquilino o comprador termina asumiendo íntegramente.
Y para las pequeñas empresas y autónomos, contratar personal se convierte en un laberinto de costes añadidos, los gastos en asesoría laboral y burocracia (altas, bajas, nóminas) superan muchas veces lo que cobra el propio trabajador, ¿cómo se fomenta el empleo así?, ¿Por qué no se simplifican los tramites y esos costes se podrían redundar en los trabajadores?
España no necesita más parches, necesita transparencia en la cadena de valor y un debate serio sobre los márgenes abusivos de quienes viven del medio, no del trabajo. Porque no es sostenible ni justo que los que más aportan -productores, trabajadores, consumidores- sean siempre los que menos reciben, debemos empezar por lo básico si de verdad queremos cambiar las cosas.
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