Para los amigos
Es para ustedes, para los amigos de todos los tiempos.
Para los amigos de la infancia, que crecimos entre juegos, peleas, risas y aventuras.
Para los amigos del colegio, con quienes compartimos pupitres, confidencias, secretos y sueños de futuro.
Para los amigos de la mili, que nos conocimos en momentos de incertidumbres, miedos, pero con la osadía y la alegría que da la juventud; mucho compañerismo y gran aprendizaje hacia la madurez real. Aprendiendo a obedecer con la disciplina y con la rebeldía necesaria para enfrentarse a la vida por vivir.
Qué decir de los amigos del trabajo, que hicieron más llevaderos los días de aprendizaje, profesionalidad, esfuerzo, peligro, reivindicación, responsabilidades, compañerismo sin límite... Son muchos los compañeros inolvidables repartidos por muchos lugares de la geografía asturiana y allerana, acompañados de los suyos, donde sé por seguro también seré recordado en muchos momentos. La gran mayoría serán recuerdos mutuos sin volver a vernos. A todos les doy un abrazo enorme, muy especialmente a los del Pozo Santiago. Recuerdo pendiente una comida con todos ellos que nunca se llegó a dar. Ya faltan muchos, va también por ellos.
Para los amigos que compartimos la afición y la práctica del fútbol, muchos años por esos campos repletos de barro, federados, tertulias y hasta disfrutábamos de solteros y casados, primero con unos, luego con los otros. Más tarde tocó con los hijos, ahora toca con los nietos. Eterno y bello deporte el fútbol.
Va también para los amigos que no vemos desde hace años pero siguen vivos en nuestros recuerdos.
Muy especialmente para esos amigos que están, los que nunca fallan, los que aparecen justo cuando se necesitan. Los que te llaman, los que procuran hacerte saber lo mucho que te aprecian.
Para los que se equivocaron pero también se atrevieron a pedir perdón. Para los que fallamos y supieron perdonar. Para los que perdonamos, entendiendo que la amistad también es eso: reconstruir.
Para los que tomaron otro rumbo, y, aunque la vida nos distanció, el cariño no se perdió.
Hasta hay amigos que nunca reconocimos como tal pero merecerían serlo. La vida misma cargada de contradicciones cuando profundizamos en ella.
Las circunstancias personales pueden alejarnos, lo entendemos. Pero por ideas políticas jamás debería romperse una amistad verdadera. No merecen nuestros políticos actuales ser impedimento ni discusión entre amigos. Porque la amistad se basa en el respeto, en el afecto y en todo lo vivido juntos. No pueden estos impresentables invadir nuestros espacios personales. Si Pedro es capaz de pactar con Bildu y dar impunidad a Puigdemont, y si Feijóo veraneaba con un narco, cómo es posible que entren en balanza de discusión con gente de bien. Todos deberíamos sacarlos de ahí, ninguno defender la indecencia en la política. Más, sin que ninguno pida perdón y rectifique.
Los amigos, todos ellos, fueron y son escalones en nuestro camino por la vida. Nos ayudaron, muchas veces sin saberlo, a ser quienes somos hoy. Y muchos -tristemente- se fueron sin saber cuánto los apreciábamos. Otros se fueron sabiéndolo, pero sin avisar con tiempo para una despedida a la altura de su incondicional amistad.
Por eso, esta reflexión también es un gracias pendiente. Un abrazo que no dimos. Una palabra que no dijimos a tiempo. Una sonrisa que nos merecemos.
Les agradezco a todos haber formado parte de mi vida. Tengo una familia enorme, ustedes son parte de ella.
No doy nombres porque sería injusto olvidar a alguien. Cada uno de ustedes sabe perfectamente el lugar que ocupa en mi corazón.
Un abrazo sincero... y gracias por estar, haber estado y seguir estando.
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