Mareados

14 de Febrero del 2011 - José Manuel Fueyo Méndez (Oviedo)

Sabedores de que en Vetusta somos dados a los diminutivos –y así tenemos un Campillín, un Escorialín y una Tenderina–, como en Gijón recurren fácilmente a los aumentativos, con su Molinón, su Escalerona o su Iglesiona, algunos que viven mareados estos días, por miedo a que les salpique la marea de la «operación Marea», quisieron trasladar la causa desde la villa hermana a la capital, a ver si la mareona quedaba reducida a mareína. De momento no lo consiguieron, pero habrá que rezar, porque los hijos de las tinieblas suelen ser más sagaces que los hijos de la luz. La oportunidad es pintiparada para que la justicia gane credibilidad en nuestra región, pues hay demasiados ciudadanos que dudan de la justicia de la justicia, valga la redundancia. Por ejemplo, un ovetense que estuvo cuatro meses en Villabona, por no poder pagar una multa de tráfico de mil y pico euros, y, después de salir de la trena, todavía tiene que prestar «servicios a la comunidad». Unas veces no llegan, otras se pasan y quiero creer que las más de las veces aciertan. Esperemos que en la «operación Marea» acierten, y si hay algún delincuente, que pague por su delito. Servidor es de los que se quejan, quizá con demasiada frecuencia, de los abusos de los que nos gobiernan. Es verdad que en Asturias vienen dándose demasiados casos de despilfarro, dedocracia, chiringuitos, sociedades mixtas y demás prácticas perversas... Pero cuando salen a la luz, es precisamente cuando menos me apetece quejarme. Es en estos momentos cuando prefiero recordar que una buena parte de los que se dedican a la cosa pública, sea en cargos políticos o como funcionarios, desea servir de verdad a la sociedad. Es en estos momentos cuando más me doy cuenta de que las trampas de los de arriba no son sino un reflejo de las trampas de los ciudadanos de a pie. Porque esta gente no nos viene de otro planeta, sino del propio pueblo y, por tanto, mamaron lo mismo que mamamos los demás ciudadanos y están sometidos a nuestras mismas tentaciones. En fin, de momento los mayores ánimos a la juez y el deseo de que se haga justicia de verdad. «Fiat iustitia et pereat mundus», reza un adagio latino. Y, puestos a formular deseos, a ver si algún día se limita la permanencia de los políticos en sus cargos a dos legislaturas, por ejemplo. No se eliminaría del todo la corrupción, pero seguro que se reducía notablemente. Lo malo es que la decisión depende de ellos mismos y no es probable que la sometan a referéndum.

Quienes apenas se marearon con la «operación Marea» fueron los grandes medios de comunicación nacionales. O muy ensimismados viven en Madrid con sus grandezas y miserias, o muy poco pinta Asturias a nivel nacional, o ambas cosas a la vez. No cabe esperar objetividad en estos casos de los medios afines al poder socialista, pero los demás medios también le dieron menos cancha a esta noticia que al retoño de Bardem y Pe, por ejemplo, o al penúltimo fichaje millonario del Real Madrid. Los que cortan el bacalao saben que el fútbol es un excelente narcótico para mantener mareado y anestesiado al pueblo. Y, hablando de los que cortan el bacalao, estos días publicaron sus cifras los grandes bancos nacionales. Con crisis y todo, los cinco magníficos rozaron la mareante cifra de 15.000 millones de euros de beneficios. Si esto es la guerra, que sigan los tiros, dicen Botín y sus boys. Eso sí, se lamentan de que el botín haya sido menos mareante que el año anterior en un 10%. ¡Vaya, vaya! En nuestro mensual ejercicio de autocrítica, cabe reconocer que en la Iglesia no somos inmunes a los mareos. Por ejemplo, se perciben síntomas en la Nunciatura, si bien han mejorado las cosas, pero tienen a los cristianos de Orense mareados y sin obispo todo un año, y, en cambio, en Ciudad Rodrigo quitaron a don Atilano y pusieron a don Raúl el mismo día. Quizá don Raúl salga un poco mareado también de Asturias, porque, vistos los casos de los cuatro obispos auxiliares que hemos tenido, cabe decir que su cargo es uno de los más difíciles en una diócesis. Gracias por sus servicios, don Raúl. Que le vaya bonito en Ciudad Rodrigo y que los mirobrigenses no le mareen demasiado.

José Manuel Fueyo Méndez, párroco de Nuestra Señora de Covadonga, Oviedo

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