Facultativos defendiendo la especialidad
Tras cuarenta años desarrollando la profesión como DUE, conozco muy bien la problemática de todas las categorías, tanto en hospitales como en centros de salud y, en el caso de la medicina familiar, entiendo muy bien la defensa que quiere transmitir la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria en equiparación al resto de especialidades.
Comentado lo anterior, semFYC ofrece datos estadísticos, en este medio de comunicación, cuya lectura no se ajusta a un cribado de exposición. Esta sociedad multiplica por 18 los profesionales que acceden a la medicina familiar y, siendo correcto, dicho así no es argumentación que por sí misma sirva para defender y solicitar el respeto que merecen en el desarrollo de su labor asistencial, formativa y de reconocimiento social y laboral.
La especialidad de médico de familia, ciertamente, dispone de una mayor oferta en el número de plazas porque es amplia la necesidad en el primer nivel asistencial. Es adecuado decir que en el caso del MIR 2025 vuelve a ser donde mayor dificultad se encuentra para cubrir las plazas. La realidad también radica en que, salvo que se elija esta especialidad como primera opción, quien no pudiese alcanzar la que hubiera sido primera opción como dermatología, cirugía, cardiología, etcétera, recala en medicina de familia. Esta realidad no es contradecir, en absoluto, la petición de exigir el mismo tratamiento y respeto que el resto de las especialidades.
La falta de efectivos para cubrir centros de salud es una situación preocupante y de difícil solución a medio plazo, que no pasa por disminuir el número de áreas de ocho a tres como si con ello se multiplicasen los profesionales por obra y gracia del espíritu SESPA. Lo que encierra es una velada trampa que se verá en posteriores marcos legislativos. Al hilo del número de efectivos he escrito, hace meses, al Colegio de Médicos y al sindicato SIMPA al objeto de conocer las razones por las que un/a MIR consigue, por mérito numérico, la especialidad de Familia y Comunitaria y recala en los servicios de Urgencias de los hospitales. Les pregunté si habían cuantificado el número porque, lógicamente, podrían cubrir plazas de difícil cobertura. Por otro lado, no es equitativo que unos/as sí puedan desarrollar su profesión en Urgencias sin que se sepan los criterios reales para ello. ¡Los favoritismos, por mucho reglamento de contrataciones que exista, siempre se podría vulnerar! No es de recibo que, en estos casos concretos, con tres años en el servicio de urgencias puedan optar a la futura especialidad de urgenciólogo/a y otros/a no hubieran tenido esa posibilidad. ¡Lamento este final! El respeto, que justamente reclaman, ha de comenzar por quienes ostentan la especialidad y nada mejor que rechazar abiertamente a quienes siendo gestores no cumplen con las expectativas o defraudan por incompetencia. Los diferentes colectivos del sistema público de salud han dividido sus fuerzas tanto como colectivos trabajan en el sector y esa desunión, incluso dentro de la propia especialidad, es buscada y aprovechada por la Administración. Sin unión no habrá posibilidad de acuerdo, colaboración y coordinación.
Voy a terminar solicitando un respeto para todo el colectivo de enfermería. Y digo esto porque en muchísimas ocasiones solo se hace una mención con denominación de enfermeras. Creo que el Colegio de Enfermería ha de tener en cuenta que representa a enfermeras y enfermeros y, en idéntica medida, y los medios de comunicación han de tener idéntico criterio y cuidado para evitar la dimensión de un solo género. Gracias.
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