La paz de Luarca
En el salón «Príncipe de Asturias» del Centro Asturiano de Madrid, asistimos, hace unos días, a una conferencia en torno a «La declaración de Luarca sobre el derecho humano a la paz y su proyección internacional», a cargo del profesor don Carlos Villán Durán.
Seríamos unas treinta personas las asistentes esa noche, y como valdesano no creo que estuviera ningún otro que un servidor. Acudí porque me decía algo aquello de la «Declaración de Luarca». Y mucho me alegró que hubiera sido en la villa luarquesa donde dicha declaración tuviese lugar, creo que en 2006.
Es sabido que Luarca es una villa ideal para dialogar, consensuar y pedir la paz para todo un mundo que tanto la necesita. De tal forma que la paz que en el mundo se consiga pueda muy bien presentarse como la «Paz de Luarca» por haber sido Luarca, en este caso, principio de tan buen fin.
Por lo demás, cuanto se dijo a lo largo de la citada conferencia es algo que hemos escuchado miles de veces. Casi siempre se cita como culpables de la violencia y de las guerras a los mismos, del enorme gasto en la fabricación de armas y su comercio, dando como cosa hecha que con ese dinero se podría acabar con el hambre en el mundo, incluso con las necesidades que padecen en España ocho millones de pobres. Eso es verdad y estamos de acuerdo.
Finalizada la conferencia, cualquiera de los asistentes podría sentirse sobrecogido y hasta culpable de toda la violencia y las dictaduras que sacuden a la humanidad. Pero también cabría preguntarse: ¿quién es el bueno?, ¿quién le pone el cascabel al gato?, ¿por qué se mencionan unos culpables y se silencian otros?
Es evidente que a todos nos gusta la paz y normalmente la practicamos, la deseamos para todos, no la rompemos. Hablamos de la paz todos los días y conocemos esas aterradoras cifras del hambre y la pobreza en el mundo. No se nos dice nada nuevo, aunque convenga recordarlo.
Lo que nos gustaría es que todo el mundo, en todo él, se pudiera vivir esa paz que en Luarca es posible vivir.
José M.ª Jesús González
Madrid
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