Qué fácil es filosofar
Y, cuanto más difícil caminar, más fácil filosofar.
Porque, cuanto más lentos los pasos, más rápido se hace el camino. Y más angustioso. Y más cerrada se hace la curva, tanto que ni alcanzas a ver el paisaje que el siguiente paso te va a deparar.
Hacía tiempo que no sabía de un amigo. Estaba residenciado en Cataluña. Cada dos por tres me enviaba algún mensaje o me llamaba por teléfono, aquí, a Gijón. Y, de pronto, dejó de dar señales vida.
Esto hacía que yo recordara, con frecuencia, la última conversación que mantuvimos. Le dije del fallecimiento de un amigo común con el que coincidimos unos años en Venezuela. No hubo forma de que lo recordara.
Esto me hacía pensar que algo, nada bueno, le había ocurrido. Así que, cuando casualmente me tropecé en internet con su ex, contacté con ella para preguntarle.
Me dijo que se encontraba con alzhéimer internado en una residencia, sin ni siquiera enterarse de que ya tenían cuatro nietos.
A este amigo le saco yo unos cuantos años. Motivo de más para seguir filosofando, una más, de las maldiciones de la vejez, porque antes imaginaba lo mejor, ilusionado con el tiempo infinito que tenía para disfrutarlo. Ahora, filosofo imaginando lo peor, angustiado con el tiempo finito que tengo para sufrirlo.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

