Gabino de Lorenzo: un legado imborrable para Oviedo
Hace unos días, aprovechando el último puente de mayo, acompañé a unos amigos que habían venido a conocer Asturias y su capital, Oviedo. Mientras recorríamos sus plazas, fuentes y jardines, admirando la armonía y limpieza de sus calles y monumentos, les hablé de la fortuna que había tenido esta ciudad al contar con un alcalde excepcional: don Gabino de Lorenzo.
Algunos lo llamaban cariñosamente "el Laico" para distinguirlo del otro Gabino, Díaz Merchán, arzobispo de Oviedo. Pero para los ciudadanos de esta ciudad su nombre quedó grabado no solo por el afecto que despertaba, sino por la transformación que logró.
Durante más de veinte años de mandato supo conjugar el desarrollo urbano con la conservación del patrimonio histórico, modernizando la ciudad sin perder su identidad. Gracias a su gestión, Oviedo experimentó una notable transformación, ganando en calidad de vida, espacios públicos y reconocimiento nacional.
Por cualquier parte del municipio quedó la impronta de su trabajo, en sus calles y plazas, en sus fuentes y rincones emblemáticos. Obras como la peatonalización de espacios céntricos, la mejora de infraestructuras, el embellecimiento de parques y la apuesta por el arte urbano dieron a la ciudad un carácter más accesible y moderno.
Oviedo pasó de ser una capital provincial a convertirse en un referente de urbanismo, calidad de vida y gestión eficiente, con proyectos como la rehabilitación de barrios históricos y la expansión de servicios municipales hacia las zonas periféricas.
A las personas como Gabino de Lorenzo, alcalde animoso, reposado y activo, intelectual y madrugador, con frecuencia se les olvida sin razón o se les hace el silencio. Pero su gestión y su obra quedarán para perpetuar su memoria.
Por ello, considero que su reconocimiento debe realizarse cuando están entre nosotros y no a título póstumo, como suele ser habitual. Es más significativo celebrar sus logros en vida, para que sean conscientes del impacto positivo que han dejado en su comunidad.
A través de esta pequeña reflexión, que podría ser mucho más amplia, me atrevo
a sugerir que, puesto que la avenida de Galicia se va a convertir en bulevar, se renombre la actual plaza de América como plaza de Gabino de Lorenzo, ya que en el lenguaje popular a su fuente se la denomina "la Gabinona".
Oviedo debe preservar la memoria de quienes han dejado una huella imborrable en su historia y crecimiento. Porque una ciudad no solo es calles y edificios, sino también el legado de quienes la han construido con esfuerzo, visión y amor por su gente.
Un abrazo, Don Gabino.
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