Turismo y gentrificación: cuando tu ciudad ya no es para vivirla, sino para alquilarla
Llega el verano, y con él, el turismo masivo: terrazas llenas, precios disparados y barrios transformados en postales. Pero, para muchos vecinos, la temporada alta no trae descanso, sino desarraigo.
Los alquileres suben, desaparecen los comercios locales y proliferan los pisos turísticos. Lo que era hogar se convierte en decorado. Jóvenes que no pueden emanciparse, ancianos que pierden su entorno, y trabajadores esenciales que no encuentran dónde vivir cerca de sus empleos.
Todo se justifica con que "el turismo da dinero", pero ¿a quién beneficia realmente? Mientras unos ganan, otros pierden el derecho a vivir dignamente en su ciudad.
El problema no es el turismo, sino un modelo que antepone al visitante sobre el vecino. Una ciudad no es solo un destino, es un hogar. Es hora de poner límites y proteger el derecho a habitar antes que al lucro.
Porque cuando tu ciudad ya no es para vivirla, sino para alquilarla... ¿sigue siendo tuya?
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