Los senderos de la vida
Los senderos por los que caminamos en la vida nos ofrecen generosos puentes que nos permiten cruzar orillas y establecer nexos de unión, aunque no siempre nos parezcan seguros.
Son muchos los puentes de estructuras ligeras o rudimentarias que parecen quebrarse cuando osamos cruzarlos, o los que colgantes nos hacen sentir el inseguro balanceo de nuestros pasos y el vértigo de los abismos superados. Pero son puentes, al fin. Ellos nos permiten transitar entre las orillas del dolor a la alegría, de la desilusión a la esperanza, del cansancio al descanso, de la picaresca a la inocencia, de la soledad a la compañía, de la desilusión a la confianza, del desamor al amor, del siempre al nunca.
Y lo contrario.
Hoy, he vivido de cerca la travesía de unos jóvenes padres por uno de esos difíciles puentes que transitan del dolor a la alegría, y que producen, en quienes lo recorren, mucho vértigo y temor. Lo consiguieron, lo hicieron fortalecidos por la esperanza de llegar a la otra orilla para conseguir abrazar a su pequeña hija, que decidió, con demasiada antelación, conocer los paisajes del amor que en sus padres veía.
Bienvenida a este mundo, deseada Vera.
Gracias mil a quienes tanto te ayudaron.
Felicidades, valerosos padres.
Os deseo mucha fuerza para superar los nuevos senderos de la vida.
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