Adiós, España
El año que viene, haré las maletas y me iré a vivir a Suiza. No por amor al chocolate ni porque me gusten los Alpes, sino por algo mucho menos dulce: el futuro de España, que cada vez se parece más a un Estado fallido que a una oportunidad de vida.
Soy estudiante de Comunicación y, como muchos de mi generación, no quiero vivir de becas eternas, sueldos precarios y alquileres imposibles. No quiero tener que dar las gracias por un contrato de prácticas que dura años, o por infames seudoayudas proporcionadas por este seudogobierno con las que apenas se puede sobrevivir. Quiero algo tan radical como estabilidad y ahorro, y eso, hoy por hoy, en este país, parece una utopía.
España no solo arrastra problemas estructurales desde hace décadas, sino que parece haberse resignado a ellos. Lo grave es que nadie hace nada ni mueve un dedo, nos conformamos con la mediocridad y la decadencia. ¿En qué momento nos acostumbramos a vivir con el "bueno, es lo que hay"?
Ni siquiera me voy con algo asegurado, simplemente a buscarme la vida, a probar suerte y a trabajar duro. Es insultante la diferencia que hay entre Suiza y España a nivel social, cultural, político y, sobre todo, económico. Prefiero limpiar retretes en Suiza que trabajar de lo que estoy estudiando aquí en España. Por lo menos, tendré capacidad de ahorro.
No soy el único que se va, y lo triste es que tampoco seré el último.
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