La mejor educación
Cuenta James Boswell en su "Vida de Samuel Johnson" que, preguntado este último en cierta ocasión por el posadero de un establecimiento de baja calidad en el que se había parado a comer qué tal estaba la pierna de cordero que le había servido, le respondió: "Señor, esto está todo lo mal que puede estar: mal alimentado, mal despachado por el matarife, mal conservado, mal adobado para asar y mal presentado". Tal parece que lo mismo pueda responderse ahora si se nos preguntase por la labor de la señora consejera de Educación del Principado de Asturias, doña Lydia Espina; que está todo lo mal que puede estar: mal organizada, mal gestionada, mal aplicada y mal negociada. En esto último, se ha mostrado tan prepotente como torpe. Por no negociar, ha convertido la gota de la jornada reducida en Primaria en la gota que colma el vaso y termina por desbordar la paciencia del sufrido profesorado asturiano, harto de sus arbitrariedades e imposiciones. Ha generado un conflicto donde no lo había y, en vez de resolverlo, ha intentado explicarse echando más leña al fuego con su declaraciones en medios públicos, enfrentando a colectivos de la comunidad educativa entre sí, profesorado y familias, e insinuando falta de profesionalidad y holgazanería de sus trabajadores y excompañeros. ¡Bravo, señora consejera!
Algún mérito ha de tener, sin embargo, doña Lydia Espina y puede que este sea el dudoso de haber conseguido lo que ningún otro consejero de Educación anterior a ella consiguió: unir a todos los sindicatos en la crítica frontal a su desempeño; al tiempo, incluso llegará a lograr lo inaudito: la unidad de acción sindical de la enseñanza pública y la concertada contra su departamento. La señora consejera llegó a la Consejería con el afán de mejorar la educación asturiana y al final se vislumbra que solo va a certificar el viejo refrán francés de que el mayor enemigo del bien es lo mejor. En fin, no sería este el primer Gobierno socialista en tambalearse o caer por mala gestión de uno de los departamentos más humildes y olvidados de la Administración, el de Educación.
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