No me sumo a la huelga solo por mí, lo hago por tu hijo/a
Soy maestra y me encanta mi trabajo. Faltar al aula no es, para mí, una opción fácil ni deseable. Sin embargo, mañana ejerceré mi derecho como trabajadora y secundaré de nuevo la huelga convocada en el sector educativo.
Espero que se entienda lo que esta decisión implica: mañana no cobraré, y estaré dejando de atender a un grupo con el que he trabajado intensamente todo el curso escolar. Yo no gano nada. No falto por comodidad ni por rutina. Falto desde la más absoluta desesperación, con la esperanza de que se escuche lo que día a día sufrimos dentro de las aulas.
Vivimos una transformación profunda del sistema educativo. Hace años, el maestro ejercía su función desde la autoridad y la transmisión rígida de contenidos. Hoy el modelo ha cambiado -en muchos aspectos, para mejor-, pero las exigencias han crecido sin que los apoyos y recursos lo hagan al mismo ritmo.
Los niños y niñas que educamos hoy no son precisamente "dóciles", ni tampoco homogéneos. Cada uno trae una historia, unas emociones y unas necesidades que requieren atención personalizada. El profesorado, además de enseñar, debe ser guía emocional, figura de referencia y, casi padre o madre dentro del aula.
A eso se suma la desaparición progresiva de los centros específicos para alumnado con necesidades educativas especiales, que antes acogían a quienes requerían una atención más intensiva. Hoy, estos niños se escolarizan en centros ordinarios. Pero la falta de recursos hace que esta inclusión, lejos de ser real, termine perjudicando a todos si no se acompaña de los apoyos necesarios.
Los docentes estamos sobrepasados, desbordados y cada vez más desmoralizados. Hemos normalizado situaciones que no deberían ser normales. Y mientras tanto, la profesión docente se desprestigia públicamente, perdiendo reconocimiento social. Que suban las notas de corte para acceder a la carrera, que se endurezca la formación... Pero ¿qué mensaje se lanza cuando quienes formamos a los ciudadanos del futuro somos tratados como si nuestra tarea no tuviera valor?
Son muchas las cuestiones a mencionar y varias las necesidades a cubrir pero sin extenderme demasiado, lo principal es darles a nuestros niños y nuestras niñas la educación y atención que merecen.
La educación necesita más recursos personales, más apoyos y más respeto. No para los maestros, sino para los niños. Y mañana, aunque me duela dejar el aula, alzaré la voz por ellos.
Una maestra
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