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Cuéntame un cuento...

4 de Junio del 2025 - Lara María Suárez López (Oviedo)

Érase una vez una familia de tres: un papá, una mamá y un niño.

Aparte de ser una mamá, esta mamá no era una mamá cualquiera, era "Mamá". Tenía ese superpoder sanador y endiosado que tienen las que son mamás (y también muchas que no lo son). Cuidaba a su niño, que no era igual que el resto, para darle "la mejor vida que fuera posible".

Sin embargo, papá estaba muy poco en casa (quizás porque tenía que llevar el dinero para que pudiesen vivir o quizás porque quiso, quién sabe) y se le olvidó la tarea de ser "Papá". Es más, a veces incluso trataba a su hijo, que no era igual que el resto, como algunos tratan a los animales bajo la premisa "es que no puede pensar o razonar". Sabes cómo, ¿no?

El pequeño niño se hizo mayor y la veintena llegó. Se notaba por su corpulencia, mas su sonrisa y su fisionomía facial permitían entrever que seguía siendo ese niño que no era igual que el resto.

Empezó a entender cómo debía tratar a los de su alrededor. A Mamá y a papá. Sabes cómo, ¿no? Pues como si no pudiesen pensar o razonar. Ante sus necesidades e incomodidades, se agitaba. Lo que se generalizó con cualquiera que estuviese a su lado.

Por suerte, el país en que vivía contaba con multitud de dispositivos que compartían un factor muy importante: intentar ayudarle (centros de día, servicios de psiquiatría y sanitarios... Hasta fuerzas de seguridad). Multitud, y ninguno era el suyo... No encajaba.

Sé lo que me digo porque viví un enfado de ese niño, que no era igual que el resto. En el que cuando se agitó, empujó y rompió las gafas de alguien de un servicio sanitario que compartía dicho factor. En el que los servicios sanitarios (concretamente, de psiquiatría) controlaron y equilibraron esta tensa situación como si tuvieran también un superpoder para ello y en el que también las fuerzas de seguridad hicieron su tarea: restaurar la seguridad, primero por el bien del niño, que no era igual que el resto, y luego por el bien de todos los demás.

Y supongo que el niño se fue a dormir quince días a un lugar que tampoco era el suyo y que probablemente fuese "pan para hoy y hambre para mañana". Y supongo que papá sigue sin ir a ningún sitio porque, total, su hijo es quien va ya por él. Y Mamá, mientras tanto, haciendo magia.

Supongo que tenemos mucha suerte de tener estos dispositivos, pero supongo que debemos trabajar juntos para que existan todos los lugares necesarios para que la mayor parte de nuestra gente tenga "la mejor vida posible". Y, sobre todo, para que cada uno hagamos la tarea que nos corresponde y no nos queme nuestro trabajo (ni la atención a los demás) por hacer aquellas cosas que no son "nuestras", al menos teóricamente.

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