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Lo que importa: ayuda a domicilio en Siero

8 de Junio del 2025 - Sonia Blanco Llera (Gijón)

Por fortuna vivimos en un país en el que se atienden las carencias vitales de cada cual. Si estás enfermo hay un sistema para que te cures. Si eres una criatura sin familia, el Estado te procura cuidados y protección. Si te quedas sin trabajo hay mecanismos de amparo habilitados. Si llega una pandemia y eres autónomo, una línea de ayudas acude a tu rescate... El mundo en el que queremos vivir cuida de sus habitantes.

Pero luego está la maquinaria perversa que por codicia se ha insertado entre el ideal de Estado de bienestar y la ciudadanía. Un brazo biónico e insensible que desactiva al eficacia de la idea.

La estructura de cuidados se ha construido de esa manera en que se establecen los resortes económicos que los hace imprescindibles e irreversibles, aún no siéndolo.

Son superestructuras que afectan a los casos particulares, que influyen en la vida diaria de cientos de personas y que se favorecen desde las administraciones públicas, sin ver que acabarán por destruirlas.

El ejemplo concreto que ilustra el proceso está en el Ayuntamiento de Siero y la forma en que presta su servicio de ayuda a domicilio a través de una empresa privada.

La idea de implantar una asistencia que consigue mantener en su entorno a las personas con necesidades de apoyo en el hogar, ancianos o con alguna discapacidad, que les permite conservar su autonomía personal, la permanencia en los lugares en los que siempre han vivido, el arraigo, es un empeño tan sensato y acertado que su solo enunciado conforta las conciencias.

Pero llega la hora de aplicar a la realidad el servicio, de llevarlo a las casas particulares, y se cae en las garras de la nueva sociedad que subroga las obligaciones y las prestaciones, para externalizar la responsabilidad a la vez.

Se contrata con una empresa privada con un ánimo de lucro que resultaría al fin y al cabo legítimo si no fuera porque precisamente se nutre y crece a base de no cumplir el objetivo para el que ha sido buscada.

En el caso de Siero, la empresa que presta el servicio incumple sus obligaciones con los usuarios y desatiende los deberes con su plantilla, formada por mujeres casi exclusivamente.

De manera que no satisface a nadie, a pesar de obtener un beneficio a cambio.

Las peticiones voluntarias de ceses de las auxiliares se producen en cascada. Las dificultades para encontrar trabajadores son constantes, según los propios responsables, porque no se respetan horarios laborales ni descansos ni vacaciones.

No existe una programación racional del trabajo; en definitiva, no funciona como prestadora del servicio para el organismo que asignó el contrato.

Los horarios en época de verano o periodos festivos se alteran constantemente, se suprimen por parte de la empresa horas de servicio, los beneficiarios tienen que ver continuamente variación en los tiempos de asistencia.

Si por deterioro de la persona beneficiaria, que ha sido declarada como tal bien por determinación de los Servicio Sociales municipales, bien como resultado de una valoración de situación de dependencia dictada por el Principado de Asturias; si esta persona que recibe el servicio necesita incremento de horas de apoyo, el Ayuntamiento resuelve con celeridad pero la prestación tarda en recibirse incluso meses, según las propias responsables de la empresa.

La impresión de caos, desorganización y mal funcionamiento es constante.

El Ayuntamiento observa todo eso con un encogimiento de hombros, puede sancionar a la empresa, que puede pagar multas porque ya no le importa, porque el rendimiento económico no se ve mermado. No tendrá que entregar responsabilidades, no necesitará modificar conductas.

Las reclamaciones de los beneficiarios formarán un montón que no hará enrojecer a nadie, ni del Ayuntamiento ni de la empresa concesionaria, y el transcurso del tiempo facilitará que se termine el contrato y pueda irse con su botín a otra licitación de otro lugar, donde no se revisen sus antecedentes vergonzosos.

El Ayuntamiento de Siero envía cartas de disculpa y propósitos de enmienda como respuesta a las quejas y al día siguiente nada cambia, ni para quien recibe el servicio defectuoso ni para quien debe trabajar en esas condiciones.

En realidad la historia es vieja, se repite idéntica. El dinero público termina en empresas privadas que hagan lo que hagan, les condenen a lo que les condenen, no van a registrar pérdidas.

El gestor público, que no es necesario que demuestre su capacidad para desempeñar su puesto, no obedece más que a intereses de su partido o de su propia ambición personal. Se quita de en medio con cuatro frases que le permitan seguir hasta las próximas elecciones.

Hay un concepto que define el proceso, "enshittification" -suena mejor en inglés-, alude a la degradación de un servicio para quien lo recibe y, puede añadirse también, a la inacción de quienes podrían invertir la tendencia.

El peligro es la aceptación del deterioro progresivo de los servicios que recibimos, la asunción de que no es posible aspirar a un buen funcionamiento general del mundo.

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