Neurosis de domingo
A pocas horas de que el fin de semana llegue a su inevitable conclusión, el domingo por la tarde dibuja un horizonte de melancolía y pesadumbre que lleva incluso al mayor optimista a la oscuridad más absoluta. "Neurosis de domingo", como lo denominó el autor Viktor Frankl: ese malestar que recorre todo el cuerpo cuando la emoción del sábado ha pasado y el temor del lunes acecha.
Hay algo muy humano en esa ansiedad generalizada, compartida entre distintas generaciones si bien por razones diversas; como dice Isabel Coixet: "Son el Triángulo de Bermudas de la semana, en el que confluyen los terrores de la infancia y las angustias de la madurez". Cuando era pequeña, el domingo por la tarde era el momento en el que me daba cuenta de que se me había olvidado comprar la cartulina que la profesora nos había pedido el lunes a primera hora y la ansiedad hacía así su primera incursión en mi psique. Cuando era adolescente, se trataba de la indeseable jornada de soledad cuando los planes con mis amigas no daban más de sí. Me imagino que, cuando sea anciana, el domingo por la tarde será el instante en el que me dé cuenta de que estoy harta de las películas "de domingo por la tarde" y que lo que verdaderamente quiero es que alguien venga a merendar el bizcocho que he preparado. Ahora, el domingo por la tarde se convierte en el escenario idóneo para pensar en ella; sea este pronombre personal una alusión a un amor terminado, una jefa cuyo yugo retomará al día siguiente, un familiar añorado o, quién sabe, incluso una cartulina. El momento en el que nos hacemos conscientes de que todas las tiendas están cerradas y no hay solución posible. Y, como habrá intuido el lector, no solo me refiero a la cartulina.
¿Es posible vivir toda una vida en un día? Hoy es domingo por la tarde, y no puedo evitar imaginarme a todas las personas, de todas las edades, géneros e ideologías, replanteándose cada una de las decisiones que les han llevado a este preciso momento. La existencia nos la jugamos en qué hacemos para llenar de sentido ese vacío que nos provocan los domingos por la tarde.
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