El camelo del lenguaje inclusivo
El empleo del denominado "lenguaje inclusivo" es una consecuencia de la revitalización de las ideas marxistas a través del desarrollo del pretendido dominio cultural propiciado por las ideas de Gramsci, teniendo como base la implantación del lenguaje "reeducador" de Chomsky, buscando dar a las palabras un significado nuevo o el significado que interesa, para imponer la visión moderna de las antiguas ideas de Marx y Lenin, sustituyendo la lucha de clases por diversos "combates", artificialmente creados, como son los derivados de la ideología de género; de los grupos sociales pretendidamente oprimidos -Black Lives Matter-, los agitadores del pretendido reconocimiento del aborto y de la eutanasia como derechos humanos de "nueva generación", y, en fin, de los ideales de los a sí mismos denominados "progresistas" para tachar de fascistas a quienes, no compartiendo sus ideas, las discuten, por lo que se merecen la desaparición o muerte civil -que en los casos extremos llega a la muerte física-.
En nuestro país, España, tales posturas han llegado introducidas, fundamentalmente, con el desastroso malgobierno de Rodríguez Zapatero, de forma que, en lo que se refiere a la muestra a la pretendo referirme, hacen que se tengan que repetir inútilmente (hombres y mujeres, trabajadores y trabajadores, profesores y profesoras, alumnos y alumnas...) palabras y conceptos en contra de la lógica de la comunicación y de la expresión, que siempre busca facilitar a través del lenguaje el entendimiento entre las personas, y en contra también del criterio de la propia Real Academia Española, que considera el uso del masculino como género inclusivo, al abarcar e incluir a las mujeres.
Desde el punto de vista de la terminología y lenguaje laboral, como quiera que legalmente la igualdad entre hombres y mujeres viene establecida desde la aprobación de la Constitución de 1978 y del Estatuto de los Trabajadores de 1980, la utilización en las normas sociales de la reincidencia trabajadores-trabajadoras, el pretendidamente lenguaje inclusivo ha adoptado la expresión "personas trabajadoras" para referirse a los que siempre han sido trabajadores, hombres y mujeres. Así, se pretende la reforma del citado Estatuto para redenominarlo Estatuto del Trabajo (por cierto, con concomitancias del italiano de Mussolini y del Fuero del Trabajo de 1938). Pero el origen marxista-zurdo -que diría Milei- de tal construcción aparece claramente reflejado en la ausencia de tal referencia común al hablar del empresario. ¿Han oído alguna vez hablar de la "persona empresario" para referirse al hombre o a la mujer que se dediquen al desempeño de una actividad económica por propia cuenta? ¿Verdad que no?
En mi opinión, la razón de evitar acompañar al empresario de su consideración de persona reside, ni más menos, en la recepción de la herencia marxista-leninista, zurda, del malvado empresario, capitalista, plutócrata, que, por supuesto, enlaza con el machismo explotado por la ideología de género para completar la descripción del enemigo a batir por las ideologizadas huestes del pseudoprogresismo imperante hoy. Pseudoprogresismo al que nos debemos oponer las personas normales, comenzando por el uso del lenguaje adecuado, arrinconando su utilización interesadamente ideologizada.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

