No se puede tolerar
¡No se puede tolerar! El caso de corrupción aparecido en el PSOE -si se confirma el informe de la UCO- es demoledor para el Gobierno progresista porque ataca a principios fundamentales de la democracia desde la perspectiva de la izquierda: honestidad, ejemplaridad, transparencia y salir de la política igual que cuando llegaste, con los bolsillos vacíos.
No nos vale el discurso de que en la otra parte lo han hecho peor y lo seguirán haciendo. Ya lo sabemos quiénes son -otra mafia- y de qué pie cojean. Con una mano te dan la bendición y con la otra te sacan el dinero de la cartera. Lo que nos debe importar de verdad, en conciencia, es lo que hacemos nosotros para poder salir a la calle y a las urnas con la cara impoluta, dejando la mierda en el váter.
La reacción del Presidente no ha sido suficiente, posiblemente afectado por la carga de culpa de que dos responsables de organización de su partido hayan estado jugando a "mordidas y queridas". Desconozco hasta dónde conocía sus aventuras, pero su obligación y la de su equipo es que no se la pueden jugar cargos de máxima confianza y responsabilidad institucional. Con estas veleidades no necesita más munición la oposición ni los medios a su servicio.
Además, manchan y ningunean las acciones de este Gobierno en temas de tanto calado en la agenda social: subida salario mínimo, recuperación IPC para pensiones, aumentar las ayudas sociales, volver a financiar la dependencia...
Nos está costando acercar a los jóvenes a la buena política, manipulados por las redes y las promesas imposibles de las derechas. Por eso tenemos que ser implacables con la corrupción hasta lo más alto que llegue, cortando la mano de los que la pusieron para cobrar comisiones y extirpando la cabeza origen del mal, sea cual sea su rango.
La situación política es difícil, con una marea internacional ultra acabando con las conquistas sociales y el estado de bienestar que tanto ha costado construir para mejorar las condiciones de vida de la mayoría, aunque siempre queda una minoría descolgada, producto de los "ajustes" del propio sistema capitalista.
Quedan dos años en teoría (me parece mucho tiempo) para convocar elecciones. La medicina a aplicar debe ser contundente para que todos veamos -al menos los que apostamos por este Gobierno- que hay voluntad de regeneración y compromiso cierto de que no vuelva a suceder. Deben pagar los corruptores apartándoles de la obra pública; quizá sea necesaria una moción de confianza y abrir las ventanas del partido que sustenta al Ejecutivo para ventilar debajo de las alfombras y acabar con los chiringuitos opacos. Otra salida, jugársela a urnas anticipadas, pero con gran riesgo.
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