Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, patrona de los médicos
Cada año se celebra, el 27 de junio, la festividad de la Virgen del Perpetuo Socorro, y no está de más recordar los detalles que llevaron al pleno del Consejo General de Colegios Médicos, celebrado el día 19 de junio de 1941, a elegirla –a propuesta del presidente, Dr. Súñer– patrona de los médicos españoles.
Esta decisión fue ratificada veinte años más tarde por un documento pontificio del Papa Juan XXIII con fecha de 14 de febrero de 1962, tras las gestiones realizadas por el Dr. Antonio de Soroa Pineda, siendo presidente del Consejo General de Colegios Médicos el Dr. Antonio Crespo Álvarez.
Y para citar los antecedentes del hecho hay que remontarse a la iniciativa de un médico estellés –Enrique Blasco Salas– que escribió un artículo titulado “Nuestra patrona”, en el número de septiembre de 1924 de la Revista de Sanidad Militar. Aquella idea inicial tuvo eco, y dos años más tarde aparece –en la referida revista– una carta en ese mismo sentido firmada por el capitán médico del Tercio Pompeyo de Cáceres, de Tetuán. Desde Axdir llegan, a continuación, 55 firmas más adhiriéndose a la petición. Y el capitán general de la I Región organiza un plebiscito que apoyan más de 800 miembros de los 982 que formaban parte del cuerpo. La Virgen del Perpetuo Socorro es, desde el 22 de julio de 1926, patrona de la Sanidad Militar por nota del Diario Oficial del Ministerio, firmado por el duque de Tetuán.
El icono. La representación de la advocación mariana del Perpetuo Socorro es un icono de estilo bizantino, probablemente realizado en Creta en el siglo IX o X, aunque hay expertos que piensan que podría ser del XV. Se trata de un icono, de los denominados de la Virgen de la Pasión, que representa a la Virgen con el Niño, las imágenes de los arcángeles San Miguel y S.anGabriel portando los instrumentos de la pasión –una lanza y una esponja en dos cañas, y una cruz de tres travesaños y cuatro clavos–, a las que se añaden las inscripciones de sus nombres en griego y otros detalles ornamentales –estrellas, coronas, vestidos, colores…– que están llenos de precisos significados, según las rígidas artes iconográficas. Hace pocos años se ha restaurado, quitándole algunos añadidos, de modo que vuelve a tener un aspecto más cercano al original.
Historia de la devoción. En el Itinerario de la Ciudad de Roma del P. Mariano de Florencia, editado en 1518, ya se dice que “fue trasladada hace poco una imagen de la Virgen, robada de la isla de Candía, y célebre por sus milagros”, refiriéndose a la descripción de la iglesia de San Mateo, que estaba situada en un terreno intermedio entre las grandes basílicas de Santa María la Mayor y San Juan de Letrán, donde la leyenda dice que la propia Virgen había expresado su deseo de ser expuesta a la piedad popular. Allí estuvo durante tres siglos, aureolada por las frecuentes visitas y rezos de los romanos y los forasteros.
Tras la Revolución francesa, la invasión napoleónica y la declaración de la República Romana Libre, esta iglesia es destruida, y el icono permanece casi en el anonimato de una capilla lateral de la iglesia de Santa María in Posterula, hasta que los PP Redentoristas la trasladan –tras su redescubrimiento curiosamente “fortuito” por el P. Marchi– a su actual emplazamiento en la iglesia de la Vía Merulana desde 1866.
La instauración solemne del culto por Pío IX, en una época conciliar en la que acudieron a Roma obispos de todo el mundo, favoreció especialmente la expansión de la piedad popular hacia esta advocación, que se extiende a los lugares más recónditos de los cinco continentes, también alentada por la orden religiosa redentorista.
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro tiene, pues, entre sus muchos protegidos, admiradores y devotos, a los médicos que, de una manera más o menos explícita, con mayor o menor profundidad, la contemplan, tratan y sienten como patrona.
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