Al alcalde de Oviedo
Tras leer la entrevista publicada en LA NUEVA ESPAÑA el pasado 15 de junio al alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, no puedo dejar pasar por alto sus declaraciones sobre los aficionados a los toros. Llama la atención que utilice el término "torófilos", inexistente en el Diccionario de la Real Academia Española, lo que demuestra una preocupante falta de cuidado en el uso del castellano por parte de quien representa institucionalmente a nuestra ciudad.
Pero más allá del lenguaje desacertado, lo verdaderamente grave es el tono con el que se refiere a quienes amamos la tauromaquia. Reducir nuestra afición a una pantalla gigante, una mesa y unos porrones es una visión superficial y condescendiente, impropia de un alcalde que debiera conocer y valorar la riqueza cultural que representa la tauromaquia en España.
Las peñas taurinas no somos un grupo pintoresco que se reúne para ver toros como quien ve un partido de fútbol. Somos entidades culturales vivas, que organizamos tertulias, actos benéficos, visitas a ganaderías, encuentros con profesionales del toreo y actividades de formación para las nuevas generaciones. Defendemos una tradición que ha inspirado a artistas universales como Goya, Lorca, Picasso o Rafael de Paula, y que está reconocida como patrimonio cultural por la legislación española.
Si el señor Canteli no conoce esta realidad, quizá le convendría mirar hacia otras ciudades asturianas, donde no solo se promociona y defiende la tauromaquia con orgullo, sino donde las peñas son acogidas como un valor cultural que dinamiza social y económicamente la ciudad. Frente a eso, en Oviedo seguimos esperando una política cultural que esté a la altura de nuestra historia y de nuestras tradiciones.
La tauromaquia no es una moda. Es historia, es arte, es identidad. Y los aficionados merecemos respeto, no ocurrencias.
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