Tiempo de elecciones
Por utilizar un símil de caza y sin faltar a la verdad, claramente puede decirse «que ya se ha abierto la veda». Sí, ya tenemos ante nosotros en un horizonte próximo, las elecciones municipales y autonómicas según en qué regiones.
Esa inmediatez nos lleva a preguntarnos en principio, ¿qué actitud tomarán en este ambiente nuestros políticos?, ¿tendrían en cuenta, a la hora de gastar un dinero que necesita el país para carencias más urgentes y apremiantes, la crisis económica que padecemos? No tardaremos en salir de dudas.
Pero mucho me temo que continúen obrando a su manera y sigan prevaleciendo por encima de todo los intereses personales y los de partido. Asimismo, es momento de pensar que muchos nominados pueden perder sus cómodas poltronas y no se tenga por parte de ellos la disposición adecuada para asumir esa nueva situación en solitario. Esto, es fácil deducir, puede ser motivo de enfrentamientos interiores. Como ocurre en todos los partidos y en todas las ocasiones.
Según el derecho político, la soberanía nacional corresponde al pueblo, de quien emanaN todos los poderes del Estado. El pueblo llano, mediante las urnas, elige a sus administradores para que tutelen, dirijan y mejoren el patrimonio de la nación. Es decir, que el pueblo es el patrón y los políticos –todos, que quede claro–, son sus empleados.
Pero ciertamente lo grave que nuestra realidad económica es que seguimos teniendo dieciocho gobiernos: el central y los 17 autonómicos, con lo que el montante de gastos se ha venido haciendo galáctico y, además, las políticas de despilfarro, de ostentaciones y de suntuosidades nos impelen a un déficit desmesurado. Como el pueblo es bastante ingenuo y pasota, o así lo parece, no exige balances anuales, por lo que los administradores no suelen tener freno y siguen en la línea ascendente de gasto año tras año.
En resumen, los políticos quieren demostrar a los ciudadanos que, debido a las malas circunstancias que se han presentado, hay que reducir el déficit restringiendo dinero a los funcionarios, congelado los ingresos a los jubilados, subiendo impuestos y otras muchas medidas de parecido calado. El pueblo se queda inmóvil y boquiabierto, sin poder decir esta boca es mía. El calificativo de pueblo soberano que acentúa nuestra Carta Magna me temo que habrá que seguir sustituyéndolo por el de pueblo «pagano».
No obstante, a ti político de toda laya, una vez más, la sociedad española te demanda: prudencia en el comportamiento y en el gasto, integridad en tus actuaciones, honradez contigo mismo y con los demás, que tanto tú como el poder que hayas obtenido en las urnas lo uses en beneficio de todos, te hayan o no votado. Vas a disfrutar, nuevo elegido, de una ocasión que no puedes dejar pasar en balde para colaborar eficazmente en la construcción de una sociedad mejor, aunque en ocasiones esto suene a tópico.
La sociedad española tiene por delante, pues, unos comicios y el voto del ciudadano puede mover ficha e intentar rectificar el error cometido con los políticos elegidos en la consulta de hace cuatro años, y es muy importante que sepamos ver cuáles son los que creemos que nos engañarán menos esta vez.
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