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La capilla de San Pelayo, en Cienfuegos (Quirós)

20 de Junio del 2025 - Rubén Álvarez Vázquez (GIJÓN)

A la orilla de la carretera local QU4, sobre una colina bañada por las frías aguas del riío Lindes, se alza la solitaria ermita de San Pelayo, perteneciente a la parroquia de San Esteban de Cienfuegos (Quirós).

Su origen es antiquísimo. Probablemente, como ocurre en otras iglesias similares, fue construida allí para "cristianizar" un lugar de culto pagano. No es casualidad que la reguera cercana se llame "de las Monxas"; en mi opinión, este nombre se referiría, más que a monjas de clausura, a "diosas" o "divinidades" de religiones olvidadas. Es de sobra conocido que nuestros remotos antepasados veneraban las aguas, y aquí de eso tenemos bastante: un caudaloso río y una reguera. También conocemos bastantes casos de ermitas edificadas sobre castros, dólmenes o enterramientos antiguos, como la de la Santa Cruz en Cangas de Onís. ¿No podría haber algo de esto bajo los cimientos de San Pelayo?

La leyenda cuenta que aquí aconteció una batalla entre moros y cristianos en la que estos utilizaron el ardid de atacar de noche, en sucesivas oleadas, portando cada jinete una antorcha para aparentar un ejército más numeroso que el de los contrarios. Según los autores clásicos (Tirso de Avilés, entre otros), esto sería el origen del pueblo de "Cien-fuegos" y el conocido apellido nacido aquí.

En las proximidades hay, o había, un pozo del río Lindes al que llamaban "de los moros" porque, supuestamente, los cristianos arrojaron allí los cuerpos de sus enemigos. En Asturias frecuentemente se dice que las cosas muy muy antiguas vienen "del tiempo de los moros", pero estos, más que verdaderos "hijos de Alá", podrían ser simplemente gentes o dioses de tiempos remotos, como las aguas o las "monxas" que mencionamos anteriormente.

Mi abuela Clementina me contaba que antaño, en la fiesta del santo, los paisanos tiraban agua a la imagen para pedirle que trajera las lluvias cuando venían tiempos de sequía. Esto puede ser otra prueba de que la colina sobre el río Lindes era un lugar al que atribuían propiedades mágicas, un rincón sagrado.

San Pelayo estuvo en una ruina lamentable durante décadas, hasta que a finales de los años 1990 lo restauraron las administraciones competentes. Ya no se celebra la importante romería, pero sí una misa anual por iniciativa de varios vecinos naturales de la parroquia.

El edificio es sencillo: la parte más antigua es un presbiterio cuadrado, que se cubre con bóveda de cañón decorada interiormente con unas pinturas murales que representan unos ángeles. La imagen del santo es muy rústica, me recuerda algo a la de los "mártires de Valdecuna"; representa a un niño con media melena y unas vestimentas de brillantes colores. San Pelayo siempre fue muy querido por todos los parroquianos de Cienfuegos, con independencia de creencias religiosas o políticas.

Recuerdo, cuando la ermita aún estaba abandonada, que existía un pequeño retablo de madera, en forma de hornacina con unas pequeñas columnas, pero este objeto desapareció hace muchos años.

La decoración exterior del presbiterio se limita a una pequeña ventana tallada con la clásica concha de los peregrinos. Delante del altar hay una bella reja de madera tallada. La nave, añadida posteriormente y techada con madera a dos aguas, no tiene nada destacable, aparte de la puerta de acceso, un arco de piedras bien talladas, y el gracioso campanario.

El escritor Vicente José González García opinaba que quizá San Pelayo habría sido en tiempos remotos la iglesia de Santa Eugenia que se menciona en documentos del archivo de la Catedral y que en algún momento se cambió un santo por otro, pero esto creemos que no tiene fundamento porque en la aldea de Las Llanas existen vestigios de la desaparecida iglesia; de hecho, de unos años para acá los vecinos celebran una romería en honor de la santa romana.

Quizás lo que pasó fue lo contrario, que, al arruinarse o desaparecer la iglesia de Santa Eugenia en Las Llanas, se construyó la capilla de San Pelayo en el fondo del valle. Incluso es posible que se aprovecharan materiales de su antecesora.

Sea lo que sea, aún persiste la hermosa capilla de San Pelayo en un marco natural incomparable. Y esperamos que sea por muchos años.

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