Utilícese en caso de emergencia
En una tregua de Star Wars, en un planeta revuelto, con una Europa secuestrada y suicida
(no precisamente contra su voluntad, pues parece que le molan cornúpetas y caídas
del Imperio), y en una España picando en barrena, que se escurre por abajo de casi todos
los rankings positivos, desde la Reconquista para acá parece que Asturias -sola o con
ayuda- se ha especializado en vivir de ensoñaciones, equivocándose o desperdiciando con
fruición oportunidades que ya no volverán, ni para sí ni para sus alrededores. Entre ellas,
algo que hubiera podido ser, que no lo dejaron ser y que -extintor y/o salvavidas- quiera la
Santina que vuelva a serlo de nuevo: un respetable y oportuno gestor coyuntural para
acabar con la interminable vergüenza de este reino de taifas en malas manos, limpiar y
poner orden en su casa y catalizar un traspaso reglado, sin nadie tras las cortinas, mientras
unos se lo hacen mirar a la sombra, otros se lamen heridas y todos tomamos nota.
Seré breve: creo que se llamaba, y se llama, Javier Fernández Fernández.
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