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Nos quitan el Alvia

18 de Febrero del 2011 - Delia Rodríguez Fernández (Madrid)

Will Smith es más alto de lo que parece. Lo noté al estrecharle la mano en una «première», en Leicester Square. Para tocarlo esperé horas en la calle. Por supuesto, yo era más joven, tenía más energía, más sueños y tenía todo el tiempo por delante. Creía que con esfuerzo y honradez podría conseguir mucho. Pero era joven. Era emigrante, en Londres, la metrópoli que concentra un tercio de las transacciones mundiales. Como tantos otros asturianos que marcharon a la pérfida Albión a trabajar de lo que fuera con tal de sentirse útiles, a la par que aprender inglés a falta de un trabajo de lo suyo en Asturias. O un trabajo que, aun por debajo de su cualificación, cotice todas las horas trabajadas. O un trabajo con posibilidades de progreso. Un brote verde, que diría el otro. Y todo ante la indiferencia de nuestros políticos regionales, aferrados a las poltronas del poder y de la oposición.

La movilidad laboral es una realidad. Es positiva. Enriquece a las personas y a las comunidades. No hablo de autonomías, eso da para otro capítulo. La comunidad receptora se enriquece por los que acoge. La emisora se enriquece de las remesas de los emigrantes. Pero cuando la movilidad es forzosa, debilita. Debilita a la comunidad emisora y debilita a las personas porque apagan su entusiasmo. Y todo ante el silencio traidor de los que están para proteger los intereses regionales, unos y otros.

No todos queremos quedarnos en Asturias para siempre. Algunos queremos ver mundo, o nos sentimos más útiles fuera de Asturias, a menudo otros lugares nos ofrecen más. Otros no tenemos más remedio porque la pareja tira para su propia tierra. Sin embargo, todos añoramos la tierrina. Como el emigrante de antaño que recordaba, melancólico, su tierra verde lejana, nos reunimos, cantamos, bebemos y soñamos con volver algún día. Algún día.

Y cuando uno llega a Madrid a trabajar, se da cuenta de que hay miles de asturianos. Alguien siempre tiene un compañero de piso o de trabajo asturiano. Tantos treintañeros con problemas para subir. El tren, completo para los próximos findes. En coche, nunca solo, que el peaje son 42 euros y vivir en Madrid es muy caro. El avión tiene precios astronómicos en viernes-domingo. Queda el Alsa, a pesar de las seis horas incómodas en el bus normal. El Alsa es como las funerarias, que tendrán asegurado siempre el negocio, a menos que la infección endógena de Asturias encuentre cura. Pero el Alsa da para otra carta. Volvamos al tren. El tren combina la emoción del viaje con la comodidad. Es el favorito de los viajeros románticos, a pesar del precio. Pero siempre va lleno porque también para en Valladolid, Sahagún, Palencia y León, antes de entrar en la tierra astur. Si hubiese un tren exclusivo a Asturias, al menos los viernes...

Qué podemos pedirles entonces a nuestros gobernantes que tratan de fomentar el turismo y atraer inversión a Asturias, aunque sea de aquella manera. Qué podemos pedir a nuestros gobernantes, que no nos ofrecen posibilidades de trabajo en Asturias. Nuestros porque seguimos empadronados en Asturias y votamos allí.

Pues que no nos pongan más trabas para volver a casa. Porque nosotros somos emigrantes modernos. No como nuestros bisabuelos, que fueron a Cuba y tardaron veinte años en volver. Nosotros queremos volver y mantener nuestras raíces. Queremos ver a nuestras familias y amigos. Y, qué demonios, que somos miles los que cada fin de semana vamos allí al fútbol, vamos de tiendas a Parqueprín y gastamos les perres en las sidrerías de Gascona o en los bares de Fomento.

Pedirles que no nos pongan más trabas para volver a casa, aunque sea de visita.

Porque ahora, además, nos quieren quitar la única comodidad del viaje del emigrante. Nos quieren quitar el Alvia para dárselo a otros. Y ponernos a los asturianos trenes precolombinos. Nos quieren quitar el Alvia y los que mandan en Asturias se quedan más panchos que el Villa. ¿Will Smith es leyenda? Una chorrada. Yo sí que soy leyenda.

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