No tengo ni idea

15 de Febrero del 2011 - Marino Iglesias Pidal (Gijón)

Que no tengo ni idea de lo que voy a escribir es lo que quiero decir. No lo he dicho en el título porque me ha parecido muy largo como tal.

¿Y cómo es entonces que estoy escribiendo?

Pajín. Veo, oigo o leo algo de esta mujer, lo mismo me ocurre con Zapatero, Blanco, Bono, Chaves y un larguísimo etc., y me pongo fúrico, y sé que no debo castigarme a mí mismo destrozando el televisor, el monitor del PC, o cualquier otro elemento que en ese momento sea el soporte de tan indeseables personajes, de ahí que elija la escritura como forma de desahogo.

En esta ocasión ha sido la Pajín soltando lo que le es propio acerca de que Rajoy no hacía la cama, rara vez cocinaba Y sobre sus palabras su foto, la de Pajín, se entiende. Horrible.

¡Ahora se me viene a la cabeza! Dios.

Sí señor, como un rayo me acaba de asaltar la idea de Dios. Porque, como no creyente, suelo preguntarme ¿cómo es posible que alguien pueda creer en la existencia de un ser omnipotente, de suprema bondad y sabiduría que no gobierna el mundo mejor de lo que Zapatero gobierna España? Y fíjate tú, a mis años, en este instante me llega, de manera fulminante, alguna aclaración al respecto.

Es posible que, admitiendo la existencia de Dios, Éste se haya dicho: voy a crear el hombre. Él, faltaría más, tenía su propia concepción de la igualdad y bajo ese único vocablo dio por nombrados a macho y hembra de la misma especie -, pues bien, decía yo que Dios, quizá, se dijo: voy a crear al hombre y, para que mi obra no se anticipe a mí, lo voy a hacer con la concepción de un demócrata, no voy a imponerle decisión alguna, le otorgaré plena libertad para que él proceda según su libre albedrío.

Así lo hizo. Y cuando vio cómo el hombre se entiende que Pajín, Aído, en fin, la mujer, está incluida en el hombre discurría por la vida, no sé qué tipo de cagamentos proferirá Dios, pero alguno bien gordo soltó antes de concluir: ¡Qué va! Bichos tan retorcidos no pueden pasar de rositas por su existencia terrena.

Fue cuando decidió ser tan demócrata con la naturaleza como con el hombre y otorgarle también a ésta el libre albedrío, de ahí los terremotos, tsunamis, etc., y que entre los humanos pudieran medrar personajes de la catadura de los que me trajeron hoy a escribir.

Desde luego todo esto no me hace más creyente, ni me hace comprender cómo se puede adorar a quien teniendo plenos poderes para hacer y deshacer ¡con todo lo habido y por haber! permite el sufrimiento de tantos inocentes y buenas gentes y no les corta las patas a tantos y tantos indecentes; aunque sí podría tomarlo como referencia para entender mejor eso de que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, pues de quien permite tamañas atrocidades no pueden salir más que quienes son capaces de ejecutar todas las que están a su alcance.

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