El fútbol ha cambiado
Hoy, más que una pasión deportiva por el juego en sí, muchos lo viven como un espectáculo. Ya no importa tanto entender de futbol, de este bello deporte colectivo, de táctica, técnica, estrategia o historia, basta con llevar una bufanda, una camiseta, y sumarse al ambiente festivo y festivalero. La afición ha dejado de ser exigente en términos futbolísticos; ahora busca sensaciones, pertenencia, comunidad. Y creo que ha tenido éxito, al menos en Oviedo. Alguien supo dar con el gusanillo de la implicación. Lo otro, el aprender a perder y a entender, vendrá por sí solo. Ganar sabe cualquiera.
Muchos niños se suman por inercia, quizás como parte de una política de arraigo emocional desde temprana edad. Y eso no es necesariamente malo, pero sí digno de análisis.
Lo que me llama la atención -y me preocupa- es cómo un evento deportivo, como el ascenso del Real Oviedo, puede movilizar a más de 30.000 personas en una ciudad pequeña como Oviedo, con una pasión y presencia que parecía la final de la Champions. Y, sin embargo, cuando se trata de temas realmente vitales como la política, la economía, la corrupción o el futuro de la ciudad y del país... esa misma gente no se moviliza. Estoy convencido de que no se reuniría ni la mitad.
Enhorabuena al Real Oviedo. Es un logro merecido. Ahora toca consolidarse en Primera, reforzar la plantilla y disfrutar del camino.
Y para el Sporting de Gijón, un mensaje claro: ¡tomen nota! Es hora de hacer autocrítica, de fichar un entrenador serio y con caché, rodearse de jugadores competitivos y acompañar a su eterno rival en la élite. Porque Asturias se merece un derbi en Primera.
Pero, más allá de eso, urge recuperar el compromiso con el fútbol base. Las escuelas de Mareo y El Requexón fueron ejemplos durante años gracias a visionarios como Casas, que las perfeccionó, y otros como Fernández (el Negro) o Marigil, que mantuvieron la línea hasta que se dejó de lado. Hoy es vital devolver el protagonismo a esas canteras, pero con criterio.
El fútbol base no puede ser un coto privado.
Hay que poner al mando a gente íntegra, que no se deje presionar para enchufar a hijos de amiguetes, exfutbolistas o personas influyentes. Esa es una de las razones por las que muchos chavales con verdadera proyección se quedan fuera. Hay talento en Asturias y fuera de ella, pero no siempre se les da la oportunidad de florecer.
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