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Los incendios forestales y la crisis

26 de Febrero del 2011 - Laureano González Díaz (Oviedo)

En el año 1998, mandé sendos escritos a la Jefatura de Montes de Madrid y Oviedo haciendo destacar que el monte arde por el gran abandono que padece y que la mejor manera de evitarlo sería limpiando los campos, siendo la forma más fácil mediante incendios controlados y en días apropiados, ya que materialmente supondría muy costoso y penoso.

En septiembre y octubre del 2000, este periódico tuvo la amabilidad de publicarme otros dos escritos en relación con lo mismo, destacando la prevención como base fundamental.

Pasan los días, los meses, y los años y el fuego sigue arrasando nuestros bosques sin que los responsables de su protección hayan hecho algo para prevenirlos, salvo lamentarse cada vez que hay un incendio. Creo buena esta frase de «los incendios se apagan en invierno.»

En estos últimos años, he observado que no estoy solo en mi criterio de cómo evitar los incendios, pues fueron muchos los que dieron su opinión en términos parecidos para evitar éstos y que a continuación repito parte de algunas de esas declaraciones.

En julio del 2005, en la sección de Opinión de este periódico, se menciona la frase de que «los incendios se apagan en invierno» y que «prevenir sería lo más adecuado».

También en el 2005, el señor Carlos Fidalgo en «Crónicas bercianas», hace un comentario sobre el lenguaje del fuego y entre otras cosas dice: para la lucha contra el fuego no basta con poner los medios que siempre son pocos para extinguirlos, como tampoco basta con prohibir hacer fuego, aunque también sea necesario, ni aplicar la ley, y que la mejor prevención es encontrar al monte una utilidad económica.

El secretario general del PSOE en Valladolid anuncia en agosto del 2005 que exigirá al Gobierno un cambio político en prevención de incendios.

Don Juan Luis Rodríguez-Vigil Rubio, jurista experto en asuntos forestales, en entrevista con este periódico en junio del 2006, deja bien claro (entre otras cosas) que se deben limpiar nuestros montes y que los cortafuegos según están no sirven para nada, añadiendo en su entrevista que no tiene ningún sentido fiar la supervivencia de nuestros bosques sólo a los bomberos.

El señor José Luis Calzón, ganadero condenado por provocar incendios forestales, declara, en una entrevista, que desde que era crío venían haciendo quemas controladas para proteger los bosques.

Un servidor, opina lo mismo que el señor Calzón, ya que también desde que era niño veía cómo mis padres y abuelos para limpiar los montes provocaban incendios controlados y vigilados con la ayuda de los guardamontes, evitando así los incontrolados.

ONCE VIDAS POR UNA CERlLLA

En julio del 2005, en el fuego de Guadalajara once vidas fueron segadas en lo mejor de su existencia por la imprudencia de unos desaprensivos al hacer fuego sin el mínimo control, convirtiéndose así en los responsables materiales del desastre; pero, ¿quiénes son los culpables intelectuales? No cabe la menor duda de que si previamente al fatídico día se hubiera aplicado una cerilla en un día apropiado y con un pequeño control, en los alrededores donde comenzó el incendio no hubiera pasado absolutamente nada.

Lo dicho, once vidas a cambio de una cerilla y de esto no podemos echar la culpa a una mano imprudente, sino más bien a la ineptitud de ciertas personas que no se dan cuenta que hay miles de lugares como éste, visitados con frecuencia por los amantes del aire libre y que por tanto necesitan ser saneados. Labor ésta que se haría con un coste tan insignificante que no merece la pena ni mencionarlo.

En mayo del 2007, un informe pericial, realizado por un ingeniero de montes, asegura que los únicos responsables de este incendio no es otra que la Junta de Castilla-La Mancha, en primer lugar por el abandono de las obligadas medidas de prevención agrícola y pastorales, así como autorizar el fuego en una barbacoa sin previamente cuidar el entorno.

Sinceramente, señores gobernantes, yo no dormiría tranquilo.

A cambio, unas 13.000 hectáreas quemadas con unas pérdidas económicas que no quieren ni mencionar, miles de animales muertos, once vidas humanas a las que no se les puede poner precio y que solamente por ellas habría que hacer lo imposible por solucionar este gran problemas de incendios de una vez por todas.

Más de tres días se tardo en controlar aquel monstruoso fuego a pesar de contar para ello con 17 helicópteros, 8 hidroaviones, 3 aviones de carga en tierra, otros tres anfibios y una aeronave de coordinación ayudaban a los muchos retenes en tierra.

En medio de todo este espanto, las voces de «nadie puede controlar esto» se oían por doquier.

Estas voces también dan la razón a lo ya expuesto varias veces de que no valen para nada los medios de extinción, ya que por lo general los fuegos van acompañados de fuertes vientos, haciendo prácticamente inútiles todos los medios de extinción, y que por tanto mejor será prevenir.

Estoy convencido de que si en lugar de despreciar tanto a ganaderos y agricultores (a sabiendas de que sin ellos no podemos subsistir) se dialogara seriamente con ellos (ese diálogo que tanto anuncian los políticos y que no hacen), se evitaría el 50 por ciento de los incendios incontrolados. Si a esto añadimos limpieza urgente de los puntos más transitados, también mermaría en buen número estos incendios. El resto se evitaría limpiando los terrenos matosos, sobre todo en los alrededores de nuestros bosques y todo ello para mayor facilidad, repito, mediante incendios controlados y en días apropiados, pues más vale perder algunos matorrales que bosques enteros, vidas de animales y sobre todo pérdida de vidas humanas (que pasan de 100 en los últimos 18 años), que como ya nos referimos antes no se les puede poner precio y que es lo que pasa en los incendios incontrolados.

El importe de los daños ocasionados por los incendios forestales en todo el país, que repito, tienen a buen cuidado de no mencionar, más los enormes gastos de extinción, puede rondar los mil millones de euros al año.

Pues bien, resulta señores gobernantes que si se crearan 60.000 o 70.000 puestos de trabajo que tanto se necesitan en estos tiempos de crisis, para limpiar los campos y así evitar casi la totalidad de estos incendios, sus salarios podrían salir completamente gratis al Gobierno al no producirse las pérdidas mencionadas.

Sinceramente, creo que merecería la pena intentarlo, sobre todo si tenemos en cuenta la pérdida de vidas humanas a las que no me canso de repetir no se les puede poner precio.

Ánimo, «señores intelectuales», que la cosa no es tan difícil, puede crear una buena empresa por poco dinero, si además contamos con la ayuda del resto de los ciudadanos, sobre todo de ganaderos y agricultores.

¡Ah! Lo de intelectuales es un decir, pues creo que de intelectual sólo tienen ustedes la nómina.

No lo olviden «prevenir mejor que curar», y que yo diría que lamentar, pues es lo único que saben hacer muy bien cada vez que hay un incendio, a parte de echar la culpa a todo ser viviente menos a los de casa, que en realidad son los verdaderos culpables por la mala gestión, mala coordinación y nada de prevención, ya que lo único que saben hacer es esperar a que haya un incendio para mandar personal a jugarse la vida en una extinción que al venir éstos acompañados de fuertes vientos hacen muy difícil la labor.

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