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La paz de Vilavedelle

1 de Julio del 2025 - Fernando Vijande Fernández (CASTROPOL)

Hoy por la mañana estuve en mi pueblo, Vilavedelle. Diréis por qué es mi pueblo, pues a pesar de vivir cuarenta y cinco años en Castropol, sigo considerándolo mi pueblo, ya que los primeros veintitantos años los viví allí y los recuerdos se agolpan en mi mente. Pues resulta que un amigo mío vendió una casa para reformar a un diplomático que trabaja en la embajada de Bélgica, y su intención es reunir en Vilavedelle a Donald Trump y a Vladímir Putin y hacerles firmar la paz de Ucrania y de Gaza.

A mí me parece perfecto, y no os dais cuenta de la relevancia que tendría el pueblo cuando apareciese en todas las enciclopedias: la paz de Vilavedelle puso punto final a dos contiendas, la de Ucrania y la de Gaza.

Vamos, que saldríamos en todos los telediarios y se podrían hacer visitas a los lugares de la firma y conservaríamos la pluma estilográfica en una urna de cristal acorazado e irrompible.

En mi pueblo existió un pasado de contienda. Cuando yo tenía ocho años se declaró una guerra o litigio por la traída del agua. Teníamos la carretera nacional que parecía el paralelo 38, como sucedió en la guerra de las dos Coreas.

Los de la parte de arriba no se hablaban con los de abajo y viceversa, y cuando los de abajo aceptamos el armisticio, las cosas volvieron a su sitio (también es verdad que la capilla y la escuela estaban en territorio enemigo, por eso tuvimos que ceder, aunque los de la parte de arriba no podían bajar a bañarse a la ría).

Como el agua, según la ley de la gravedad, fluye siempre de un lugar alto a uno más bajo, los manantiales los tenían en la parte de arriba y no nos los daban a los de abajo.

Estuvimos durante mucho tiempo estudiando la manera de conseguir agua sin atravesar el paralelo 38 (la carretera) y había uno que propuso hacer un pozo, pero claro, lo intentamos, pero a los cinco metros de profundidad el agua que salía era salada y lo dejamos abierto por si se colaba alguna robaliza y algún día haríamos con unas chirlas una zarzuela de pescado.

Decidimos, ante el dilema que se nos presentaba por la falta de agua, recurrir al estudiado del pueblo, pues había trabajado unos cuantos años en el canal de Aranjuez y había hecho la mili por Marina.

El estudiado pidió tiempo para reflexionar y a los dos días reunió a todos los vecinos del pueblo.

La solución del estudiado, ante la gran afluencia de público, desplegando un mapa de Asturias, tomó la palabra y, como si fuera un magistrado dictando una resolución, extrajo del bolso una cuartilla y con voz resolutiva y grave dijo:

-Queridos vecinos y convecinos, la solución para conseguir agua en la parte de abajo del pueblo está en el mapa. Según el principio de la gravedad de Isaac Newton la solución es muy simple.

El estudiado cogió el mapa de Asturias, le dio la vuelta y de esa manera los manantiales de agua quedaron de nuestro lado.

Los vecinos, asombrados por la inteligencia del estudiado, iniciaron un fuerte aplauso, y más de uno profetizó que en cuanto se dieran cuenta los árabes de su razonamiento se lo llevarían consigo para conseguir agua y nos lo cambiarían por petróleo.

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