La (des)vergüenza de Occidente
Desde el pasado día 27 de diciembre de 2008, cuando el Tsahal (o ejército y fuerzas terrestres del Estado de Israel), lanzó la denominada operación de castigo al gobierno islamista de Hamas (el cual controla de facto la franja de Gaza), múltiples autoridades académicas y representantes de la Universidad de Oviedo, así como cargos electos de partidos políticos se han manifestado de continuo protestando ante lo que consideran un acto de terrorismo de Estado, barbarie e indignidad humana. Sin entrar en detalles ni comentarlo (aunque me parece una respuesta correcta, dado que ninguna guerra o ataque preventivo es justificable), quería mostrar ante los lectores de La Nueva España mi más profunda repugnancia. Permítanme que me explique. Sólo en 2008, junto a las ya conocidas sangrías de Afganistán e Iraq, hubo dos conflictos en zonas estratégicas, muy localizadas y de las que casi nadie hice caso o mantuvo los oídos sordos. Me refiero al ataque de la República de Turquía contra el Gobierno Autónomo del Kurdistán Iraquí en busca de terroristas del PKK-Partido de los Trabajadores del Kurdistán y el más grave y sangrante, la guerra de baja escala (como algunos analistas la designaron) que libró la Federación Rusa contra Georgia, cuando esta última trataba de recuperar la provincia rebelde de Osetia del Sur. El 21 de febrero de 2008, cuando el gobierno de Recep Tayyip Erdogan envió aviación y fuerzas especiales contra las áreas montañosas del Kurdistán (lo cual dejó un saldo de dos militantes y 31 campesinos muertos), nadie en esta ciudad dijo nada, menos aún se manifestó en busca de los derechos de los kurdos, pisoteados continuamente por Ankara (son el pueblo más grande del mundo sin estado). El día 10 de agosto, cuando tropas rusas usaron bombas de racimo contra las ciudades de Poti y Gori en Georgia, tampoco vi manifestaciones masivas ni palabras de repulsa (me temo que la gente estaba más pendiente de ver a nuestros ÑBA en las Olimpiadas). Y ahora, si, veo a docentes, estudiantes, políticos y muchísimas personas manifestarse ante casos como los de Gaza o el Sáhara. Si, es una muestra pacífica y loable ante una injusticia extrema. Pero, díganme: ¿Acaso los 624 muertos del Kurdistán y los 381 de Georgia, no cuentan? ¿O es que Occidente en su tónica habitual, sigue separando unos conflictos de otros? Los muertos, muertos son. Y si nadie comprende esto y no se avergüenza de su doble rasero ante dichos acontecimientos, mejor se quedaba en su casa y no se manifestaba para apoyar a. Porque es repugnante e inmoral lo que se ha realizado aquí las últimas semanas, lo cual no hace más que polarizar ciertos conflictos regionales (ya no digo nada de Chechenia) e introducirlos en lo que Goytisolo llamó Los paisaje de las guerras olvidadas.
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