Ciudadanos de segunda
Hay ciudades denominadas como "pet friendly". Es decir, amigable para los animales. Pero de amigable tiene lo mismo que tiene Trump con el mundo entero, nada.
Llevo diez meses viviendo en Gijón. Tenemos dos perrinas. La pequeña tiene seis meses y le hemos tenido que poner bozal porque salta encima de la gente y les marca. Marcar, no que les rompa un brazo en pedazos.
Estamos trabajando con un gran adiestrador de Yes We Can. Lo que observo en las calles es que somos ciudadanos de segunda. Entiendo que ante una persona o un perro vaya primero la persona. También quiero dejar muy claro que a mí me encantan los niños, ya que tengo tres sobrinas y una tiene 3 años.
Lo que no me gusta es la gente que va buscando la multa y así se lleva dinero rápido y fácil. Si yo digo que no toques a mi perra, no la toques.
Tampoco veo que hayan pensado mucho a la hora de hacer parques de perros en las zonas urbanas de Gijón, que están a lado de sitios donde pasan personas corriendo y andando en bicicleta. Los perros los persiguen por su instinto de caza.
Los parques de perros deben ser espacios cerrados. Espacios donde conviven los dueños y sus perros, no parques al lado de la carretera como el que hay al lado de la cafetería de El Cortijo en el Natahoyo o el que hay detrás de la piscina de Moreda, que no está bien cerrado y los perros pueden salir a la carretera.
Somos ciudadanos de segunda, unos apestados.
En democracia debemos convivir todos en paz y armonía. Pero ahora que se acaba el mes del orgullo, no solamente debemos seguir reivindicando los derechos del colectivo LGTBIQ+, de los trabajadores que viven bajo el "látigo" de sus jefes sin horarios y sus derechos como trabajadores, van en función del más fuerte. Es decir, el jefe.
El pez grande se come al pequeño. Los lobos se comen a los corderos.
Nadie debe ser considerado como ciudadano de segunda. Simplemente, hay que luchar por nuestros derechos en todos los ámbitos de la sociedad.
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